Primero fue Un testigo para la historia, luego vino Treinta días de mayo, y ahora le toca el turno a El convento. José Juan del Solar Ordóñez (Cáceres, 1943) culmina con este último libro una trilogía donde aborda la historia del condado de la Torre del Fresno desde diferentes puntos de vista: el antiguo Palacio de Capitanía, que fue de su propiedad antes de pasar a pertenecer al Ejército; la invasión de los franceses en 1808, que trajo consigo la muerte injusta de Toribio Gragera, otro de los condes; y la relación con el convento de las Descalzas a raíz del patronazgo que instituyó el obispo Pérez Minayo a mediados del siglo XVIII y que aún continúa vigente.

El interés por este tema de un extremeño que apenas pasó tres años de su vida en Badajoz podría ser, a priori, difícil de explicar, pero todo queda claro cuando José Juan cuenta que su hermano es el actual conde de la Torre del Fresno y que su padre y su hermana, al igual que otros miembros de esta dinastía, están enterrados en la iglesia conventual.

Este abogado de profesión nació en Cáceres, de donde era su madre, pero rápidamente volvió a Badajoz. De hecho, asegura que dio sus primeros pasos en el paseo de San Francisco. Al morir su padre en 1945, su familia se trasladó de nuevo a la otra capital de provincia, y todavía recuerda con nitidez todos esos viajes a Badajoz, concretamente al convento, para ir a rezarle a su tumba.

Eso, junto al asesinato de Toribio Gragera, capitán general interino de Extremadura además de tercer conde de la Torre del Fresno, por ser considerado afrancesado –luego se descubrió que todo había sido un engaño de los propios franceses para quitárselo de en medio, motivo por el cual Fernando VII le nombró después héroe de la patria–, le marcaron tanto que en 2018 decidió plasmarlo todo en otro libro. Tardó dos años en escribirlo debido a la falta de información sobre el convento, y, al contrario que los dos primeros, le costó bastante publicarlo, pero finalmente Editamás se ofreció a hacerlo y el pasado lunes lo presentó en la sede del Colegio Oficial de Farmacéuticos.

Estos acontecimientos son tan solo dos de los muchos que José Juan narra en su obra, donde inserta la historia del convento en la de la propia Badajoz «con una gran dosis de imaginación, pero siempre respetando la esencia»: sus inicios en el siglo XIV como beaterio, su conversión en convento gracias al obispo Simón de Sousa en el XVII, el cambio de ubicación (del entorno del antiguo Hospital Provincial a la plaza López de Ayala, donde se encuentra actualmente), la desamortización de Madoz en el XIX con la consiguiente expulsión de las monjas, su regreso...

Polémica de la fachada

Lo que no le ha dado tiempo a recoger ha sido la polémica que generó hace apenas unos meses la obra que las Clarisas Descalzas llevaron a cabo en la fachada del convento. En mayo, la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Extremadura paralizó la reforma que tenía como objetivo recuperar el aspecto original del convento debido a que el proyecto original no contemplaba la eliminación de ningún elemento, mientras que las hermanas habían decidido quitar el tejadillo de la capilla cerámica de la Virgen de la Amargura y tenían pensado hacer lo mismo con la reja de forja. Finalmente, el ayuntamiento avaló la retirada de ambas piezas por ausencia de valor patrimonial.

José Juan quería que permaneciesen: «Yo era partidario de haberlas mantenido, y eso que sigo siempre los dictados de las monjitas –dice entre risas–, pero en este caso no estábamos de acuerdo. Creo que ambas cosas estaban bien añadidas, aunque no soy ningún experto en la materia». No les guarda ningún tipo de rencor a las monjas, y lo demuestra asegurando que ha renunciado a todo beneficio económico que le genere la venta de su libro en favor de ellas, «que lo necesitan».