Ni habrá que reponer el tejadillo que se eliminó ni se tiene que mantener la reja que adorna el altar cerámico de la Virgen de la Amargura en la fachada del convento de Las Descalzas. El Ayuntamiento de Badajoz avala así la actuación del arquitecto Francisco Hipólito y de las hermanas Clarisas, promotoras de la obra y defensoras de eliminarlos para recuperar la original del siglo XVII. Lo hace, según explicó ayer el concejal de Urbanismo, Carlos Urueña, porque la documentación aportada por los redactores del proyecto «demuestra» que no tienen valor patrimonial (en el caso del herraje no queda acreditado que su autor fuera Antonio Juez) y que se trata de cuerpos añadidos en 1945 y 1942, que el Plan Especial de Protección, Ordenación y Actuación del Centro Histórico de Badajoz permite, en los edificios con protección A, como es este caso, demolerlos si desvirtúan la unidad arquitectónica original. 

En el caso de los altares cerámicos de Pedro Navia, también se podrían haber eliminado de la fachada, pero se ha decidido conservarlos por tratarse de un reconocido alfarero con una dilatada trayectoria.

La Comisión Provincial de Patrimonio, que llegó a paralizar los trabajos después de que 13 cofradías denunciaran la eliminación de elementos de «gran valor patrimonial», trasladó la decisión sobre los mismos al ayuntamiento pacense, al entender que se trataba de una obra nueva, pues el proyecto que se les remitió no incluía ni la demolición del tejadillo ni de la reja. La obra de rehabilitación de la fachada se reanudó, pero solo en lo que afectaba a la pintura y a la desinstalación de las mallas de protección de palomas en los aleros del edificio, a la espera de que el consistorio se pronunciara. El tramo donde se encuentra este altar cerámico es el único que queda prácticamente por pintar.

Una vez que se ha determinado que no ha habido una actuación incorrecta en lo relativo al patrimonio, según señaló Urueña, se ha solicitado una ampliación de la licencia de obra, para incluir el derribo del tejadillo, aunque ya se ejecutó hace meses, y la retirada de la reja, que se llevará a cabo próximamente.

En este sentido, el arquitecto garantizó que el herraje quedará intacto para que pueda ser reutilizado y avanzó que ya ha ofrecido a la cofradía y al ayuntamiento encargarse él mismo del diseño de un oratorio en el lugar de la ciudad que decidan . «La reja tiene atractivo, pero ha quedado demostrado que no es de Antonio Juez. Se puede colocar en otro sitio, pero no en una fachada monacal del siglo XVII».

Hipólito defendió que la decisión de eliminar estos elementos se «ajusta» al Plan Especial del Centro Histórico y en criterios «académicos», por encima de los religiosos, cofrades o sentimentales, a los que se ha llegado tras meses y medio de estudio de documentación del siglo XVII hasta la actualidad. El arquitecto, quien reconoció las hermanas clarisas están «contentas porque se cumple su voluntad», aseguró que en su ánimo no está «polemizar» con esta actuación y que su único interés es que la obra, que ya está en su recta final, «termine cuanto antes». El plazo está supeditado a la climatología.

Con la intervención en la fachada del convento de Las Descalzas se busca recuperar «las claves originales del edificio». Así, además de ocultar el cableado y cajas de conexiones y suministros, se ha devuelto el color primitivo a sus muros (térreo), escondido bajo cinco capas (se ha dejado un pequeño recuadro de 0,80 centímetros sin cubrir para que se puedan apreciar todas ellas). Se está aplicando una pintura «transpirable», elaborada con pasta de cal y reforzada con nanopartículas de grafeno, «que desprenden CO2. Es, según Hipólito, la primera vez que se utiliza en una restauración en Extremadura.

También se ha restaurado el esgrafiado policromado que representa el escudo franciscano y la corona del frontón triangular de la portada principal del convento, labrado en cantería, y se han picado todas las zonas que se encontraban en mal estado, entre otras actuaciones.