Se cumplen tres días desde la desaparición de una mujer en Badajoz

Vecinas de la mujer desaparecida en Badajoz: "¿Dónde estará Manoli?"

En el bloque de Manoli Castillejo destacan su carácter dulce y amable y se preguntan qué ha podido ocurrirle

Un vecino observa uno de los carteles con la foto de Manoli.

Un vecino observa uno de los carteles con la foto de Manoli. / S. GARCÍA

Ascensión Martínez Romasanta

Ascensión Martínez Romasanta

Miguela se asoma al rellano con la puerta abierta de su piso, del que se escapa un agradable olor a caldo. En la vivienda de enfrente acaban de entrar dos policías de paisano y les ha abierto un joven. Es la casa de Manoli Castillejo Calderón, su vecina, desaparecida desde el lunes por la tarde. Han pasado casi tres días, con sus tres noches enteras y nada se sabe de su paradero. Se abre la puerta y salen los dos agentes. En ese momento Miguela aprovecha para acercarse al joven. No lo ha visto desde que se supo que no encuentran a su madre. No quería molestarlo. Ambos dan un paso hacia el centro del rellano y se abrazan, con un abrazo sentido. ¿Dónde podrá estar, dónde estará?, le pregunta ella al oído. "No sabemos nada, nada", responde él. Se miran, llorosos, y el joven vuelve a entrar en casa, a esperar.

En el bloque número 5 de la calle Miguel de Unamuno, en la barriada de San Fernando de Badajoz, hay desazón e incertidumbre. Muchos de los vecinos llevan viviendo en este edificio más de 40 años y conocen y comparten sus historias. En cada rellano se abren cuatro viviendas. Manoli vive en una del cuarto piso. Ahora está con ella su hijo, el menor de la familia, porque se está restableciendo de una operación. Tiene otras dos hijas y cuatro nietos, que viven en bloques cercanos, también en el barrio. Y su madre, de 87 años, más cerca de la estación de tren. Su marido, del que está separada, está diario pendiente de ella y suelen salir a pasear juntos. Quienes los conocen destacan que son una familia muy unida.

Manoli tiene 67 años. Se marchó de casa el lunes sobre las 15.45 horas a dar un paseo. Su hijo estaba con ella. Había salido el sol y después de varios días de lluvia, le apetecía. Se fue sin teléfono móvil ni documentación. No se ha vuelto a saber nada de ella. En su barrio, en los grupos que comparten los vecinos, no se habla de otro tema. La familia puso la denuncia el martes por la mañana. El miércoles la Policía Nacional empezó a buscarla con un dron, con el que recorrió los márgenes del Guadiana, el mismo itinerario que ha seguido esta mañana un helicóptero procedente de Sevilla.

Vecinas "de toda la vida"

Marisol es vecina de Manoli "de toda la vida", dice, alargando el 'toda'. Lleva 44 años viviendo en el bloque. Se lo recuerda su hija, que nació un año después. De su vecina Manoli sólo tiene palabras de cariño. "Buenísima, buenísima, no se puede hablar mal de ella, ha tenido siempre un poco de depresión". La vio dos días antes. Manoli les enseñó la foto de su nueva "nietina", de su hija pequeña, y les comentó que ahora su hijo se quedaba con ella en casa. "Mira que bien, lo estás cuidando y no estás sola", le comentó. "Y de ahí ya no sé nada más". Marisol se pregunta qué ha podido ocurrirle. "Una pena, no sé qué habrá pasado". "En todos los años que llevamos aquí, cuando siente mi puerta o la de mi vecina Miguela abre a decirnos buenos días que no os he visto". Marisol se enteró de su desaparición por las redes sociales. Sabe que la están buscando por el entorno del río. "A ver si es que se ha mareado, solía salir a dar paseítos muchas veces".

Otra vecina, Miguela, solo tiene palabras amables de Manoli. "No levantaba la voz por no molestar, una mujer fantástica, lo que pasa es que estaba un poquito como depresiva y ahí está la cosa". Miguela la vio el viernes. "Manoli es muy dulce, habla bajito, es muy cariñosa y sus hijos, con mis nietos cada vez que vienen, llevamos aquí muchos años y nunca hemos tenido ni un pacá ni un pallá, muy encerrada, iba a casa de su madre y de sus hijas". El lunes le envió un mensaje para preguntarle por la salud de su hijo. No recibió respuesta. "Manoli, no me has contestado, será que te he llamado más bien tarde". Así quedó. "A mi vecina tampoco le contestó y hasta ahora, no hemos hablado ni con la familia porque nos da penita llamar la puerta". También a Miguela le enseñó la foto de la nueva nieta "y tan felices". Pero después, "mira lo que ha pasado".

De Manoli se acuerda bien Fran, que regenta una peluquería en una esquina próxima. Manoli suele ir cada mes y medio a cortarse el pelo. La última vez, en diciembre, en Navidad. «Es muy amable y muy simpática», comenta el peluquero, que tiene muy presente su desaparición. Conoce también a sus hijas. «Me da pena y me preocupa, una mujer que viene casi todos los meses, la vemos pasar y con la que tienes un buen trato, te da mucha pena». En su negocio, lo sucedido es un tema recurrente. «En la peluquería y en todo el barrio».

En la tienda de Granja El Cruce trabaja Maite, que también conoce a toda la familia. Manoli y su marido son clientes habituales y una de las hijas es su vecina desde hace 25 años. «Son vecinos del barrio de toda la vida y por el barrio siempre nos vemos». Maite afirma que se trata de «una familia muy unida, tienen todos muy buena relación, eso se ve». Otra clienta de la tienda, Isabel, conoce «de vista» a Manoli, porque coincidía con ella en las clases de gimnasia para mayores, en el pabellón Juancho Pérez, tres días a la semana de 9.00 a 10.00 horas. «Me levanto todos los días pensando en que ha desaparecido, me tiene muy preocupada».