TEMPORAL

Tres Arroyos, destrozado tras el paso de la borrasca Irene por Badajoz

Un tornado arrasó de madrugada casas, coches, árboles y cercados

Tres Arroyos, destrozado tras el paso de la borrasca Irene por Badajoz

SANTI GARCÍA

Irene Rangel

Irene Rangel

La borrasca Irene azota Badajoz. La meteorología se ha dejado sentir en distintos barrios de Badajoz, donde las incidencias van desde cortes de luz hasta árboles tumbados, pero los daños se agravan especialmente en la urbanización Tres Arroyos.

La madrugada fue difícil en este vecindario. Pasada la 1.30 horas de la mañana, las rachas de viento se intensificaron hasta tal punto que «se formó un remolino, un tornado, que arrasó con todo lo que pilló en una línea recta», dice Jorge Luis López. Su casa no estaba en el radio de acción, pero aun así ha visto cómo la chapa de la nave que tiene anexa a su vivienda salió volando. «Vivimos momentos muy difíciles».

Eduardo Prado lleva viviendo en la calle Capellas desde hace 15 años. «Yo esto no lo he visto jamás». Su taller también se encuentra en la parcela. «A mí no me ha afectado, por suerte está entero, pero hoy no puedo trabajar porque no tenemos luz. Cuando he salido de casa y he visto cómo estaba la calle... un caos». La luz, según les ha dicho la compañía eléctrica, tardará en volver porque varias torretas han sido arrancadas de cuajo.

Los caminos están cortados por los árboles arrancados.

Los caminos están cortados por los árboles arrancados. / S. GARCIA

La avenida del Cielo ha sido la más afectada por el tornado. Juan Manuel Álvarez llevaba desde las siete de la mañana en la puerta de la parcela de su hermano: es imposible abrirla porque el techo de la nave que tiene dentro ha salido volando y ha caído sobre ella. Rafael, dueño de la finca, esperaba pacientemente la llegada de los Bomberos mientras discutía con su hermano si no podrían cortar los restos de los paneles con una radial. Dentro de la finca «se ha destrozado todo, no me ha quedado absolutamente nada en pie. He perdido todo lo que tenía: una casa móvil, una caseta de obra para las herramientas, la piscina... todo».

Unas casas más abajo Joaquín Delgado recibía esta mañana en casa a toda su familia, que se acercaba para echar una mano. «A la una y media se intensificaron las lluvias y se fue la luz. A las dos sonó un ruido muy fuerte y nos asomamos, pero se veía poco. Esta mañana hemos podido ver la catástrofe». En su parcela hay cuatro encinas arrancadas de cuajo que él tenía plantadas pero también otras tantas de sus vecinos, que llegaron volando con las raíces incluidas. Una de ellas aterrizó sobre el tejado de la nave que tiene al lado de casa, que quedó destrozado. Otra, sobre su coche. También ha sufrido el derrumbe del muro de su cochera y en su parcela están los restos de la pared de la casa del vecino, que se vino abajo sobre su propia parcela. «Yo esta mañana no quería salir de casa. No he dormido nada en toda la noche». Ahora están haciendo trámites con los seguros y evaluando los daños.

Los coches de Joaquín, aplastados por una encina y la chapa de un tejado.

Los coches de Joaquín, aplastados por una encina y la chapa de un tejado. / S. GARCIA

La situación no era distinta en las parcelas colindantes. Coches aparcados a ambos lados del camino, árboles arrancados de cuajo, chapas de los tejados colgando de cables de la luz e incluso propietarios subidos a los tejados para intentar recuperar pertenencias. Los habitantes de la urbanización menos afectados salían de sus casas para ayudar a los que más destrozos tenían en las fincas. Otros que no tienen el campo como primera vivienda acudían alertados por sus vecinos. Lourdes y Luis conseguían llegar a su parcela con mucha dificultad: los árboles arrancados también cortan los caminos y la lluvia continúa cayendo sobre la urbanización. Ella no podía evitar echarse a llorar al abrir la puerta. «Mi casita, mi cocina, no tengo nada», gritaba entre lágrimas. Luis evaluaba los daños con ayuda de un amigo. «Estoy en shock. No puedo ponerme nervioso porque tengo una enfermedad pero es que no me sale nada ahora mismo. Este campo es nuestra vida entera: aquí pasamos la pandemia, aquí disfrutan mis hijas, aquí vienen mis amigos todos los fines de semana... no nos queda nada. Ahora toca empezar de cero», se lamentaba.

Luis y Lourdes, entrando en su parcela.

Luis y Lourdes, entrando en su parcela. / S. GARCIA

Pese a todas las incidencias, no ha habido que lamentar daños personales en la urbanización. Los vecinos, prevenidos, se preparan para otro día de lluvia y viento. «Por favor, somos gente buena y trabajadora. Que no le pase nada a nadie más».