En un encuentro organizado por mensajeros de la paz

200 familias de acogida de menores comparten sus experiencias en Badajoz

Esta jornada de convivencia no se celebraba desde 2018

Una de las familias participa en la yinkana organizada por Mensajeros de la Paz.

Una de las familias participa en la yinkana organizada por Mensajeros de la Paz. / ANDRÉS RODRÍGUEZ

Irene Rangel

Irene Rangel

«Hemos hemos querido mimar y hacer este encuentro por todo lo alto», afirmaba ayer Mercedes Murias, presidenta de Mensajeros de la Paz Extremadura. Ellos son los encargados de hacer el seguimiento del programa de acogimiento familiar de la Junta de Extremadura. «Tenemos a 210 niños. Esto era muy necesario».

Murias defiendía el valor de compartir experiencias como agente creador de nuevas oportunidades. «A veces, conocer el programa le da oportunidades a niños. Tenemos un pueblo de Extremadura donde hay 8 niños acogidos, ¿es que son más solidarios allí? No, es que conocen la experiencia y se animan más. Por eso hay que hacer este tipo de cosas. Para ellos vivir en familia es muy necesario».

Pilar lleva 15 meses siendo madre de acogida. «Es una experiencia que da vida a las familias», afirma. No sabe cuánto tiempo tendrá en casa al pequeño que acoge pero está preparada para el momento de la despedida. «Costará, pero somos conscientes». «Yo no pienso en eso», dice Nadia, que con 30 años, se ha convertido en hermana de acogida. «La llegada de un niño da trabajo, pero infinita felicidad. Para mi es de verdad como mi hermano».

Como esta familia, 200 se dieron cita ayer en las instalaciones del Complejo Alcántara, donde compartieron una jornada de formación y diversión -disfrutaron de una yinkana familiar, experimentos de ciencia y hasta una fiesta de la espuma-. Llegaban desde distintos puntos de la región y fueron atendidos por los equipos de Mensajeros de la Paz Extremadura. «Ha sido algo difícil coordinarlo porque era un fin de semana con muchos actos en Badajoz y necesitábamos muchas habitaciones de hotel, pero ha merecido la pena».