LOS CIUDADANOS RESPONDEN EN MASA A LOS ACTOS VANDÁLICOS

La biblioteca callejera de San Francisco se llena «por arte de magia»

Ninguna organización ni colectivo reivindica esta acción ciudadana

La biblioteca callejera de San Francisco, esta mañana.

La biblioteca callejera de San Francisco, esta mañana. / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Irene Rangel

Irene Rangel

«Esta vez no hemos sido nosotros», afirman desde Fundación CB.

La biblioteca callejera de San Francisco lucía en la mañana de hoy esta imagen, la de los libros llenando sus estanterías. No sería un hecho reseñable si no fuera porque hace algo más de una semana la fundación donó más de 200 títulos a estas casitas para libros y 24 horas después ya habían desaparecido todos de las baldas.

Tras 8 días vacía, la de San Francisco -la primera en sufrir actos vandálicos- ha aparecido a rebosar de nuevos títulos.

El colectivo SOS Casco Antiguo tampoco reivindica estos hechos, por lo que nadie sabe quién o quiénes son los solidarios pacenses que han dejado allí sus letras favoritas. «Hemos oído que hace unos días, por su cuenta, algunas vecinas acudieron a las librerías a dejar libros. No tenemos conocimiento de nada más». 

Tanto Fundación CB como SOS Casco Antiguo se congratulan de que los ciudadanos hayan respondido en masa a los actos vandálicos con una oleada de cultura y generosidad. «Quizás fuimos ilusos con la creación de las bibliotecas callejeras pero si vemos a la gente pelear por ellas, nosotros estamos obligados a no tirar la toalla».

La misma biblioteca, el pasado fin de semana.

La misma biblioteca, el pasado fin de semana. / Andrés Rodríguez

Es por eso que el colectivo ciudadano, primer impulsor de estos rincones accesibles de lectura, está pensando en posibles soluciones que hagan que los libros no desaparezcan impunemente. «Estamos viendo la posibilidad de sellar los títulos y que en el propio sello se recomiende no pagar por este libro y devolverlo a la librería de la calle», afirman.

Sea como sea, los pacenses ya pueden volver a perderse en las páginas que, desinteresadamente, sus vecinos han donado. El misterio sobre la identidad de los cuidadores de las bibliotecas está servido.