EL EMBARCADERO

Arboricidio

José Manuel Rodríguez Pizarro

José Manuel Rodríguez Pizarro

Hay una escena en la película‘Las vírgenes suicidas’ (1999), de Sofia Coppola, en la que las cuatro enigmáticas hermanas Lisbon (Cecilia, la quinta y más pequeña, ya se había quitado la vida a los doce años) salen a la puerta de su vivienda en camisón para rodear un olmo situado allí y paralizar así su tala. Unos operarios pertrechados con motosierras habían llegado con una orden para efectuar esa tarea, bajo el pretexto de que estaba enfermo y acabaría con los otros olmos de la urbanización. Es ficción pero refleja lo que ya en los setenta existía en los Estados Unidos y otros países: conciencia ecologista y antiarboricida. En Badajoz sabemos de esto. Seguro que recordarán la movilización ciudadana que, en 2019, luchó para frenar la tala de los seis centenarios eucaliptos de la plaza de Santa Marta. La remodelación del entorno fue la excusa. Ahí se implicó a fondo la asociación ‘Salvar Parque Ascensión’, que en estas semanas retoma la pugna para impedir que el jardín romántico que mandó construir a comienzos del siglo XX el conde de la Torre del Fresno para su hija Ascensión sea arrasado por la voracidad especulativa de empresas que levantan torres en todo ese sector de la avenida de Elvas, la zona más cara para vivir de Extremadura. Y sin dejar atrás la falta de sensibilidad de una corporación municipal, esta y la anterior, que no han mostrado voluntad real para preservar este parque histórico. Si bien hace unos años se consiguió modificar la propuesta del plan para ubicar allí un supermercado, la amenaza está hoy más presente que nunca. Las máquinas rodean sin piedad lo que queda del parque Ascensión, cuyo valor histórico, botánico y paisajístico es incuestionable. ¡Una pena! ¿No se puede respetar este parque, en lugar de crear uno nuevo en otro espacio cercano? Puede que toda la operación urbanística se haya realizado conforme a la ley. Sin embargo, resulta indigno e incomprensible en cualquier ciudad. Máxime en Badajoz, donde los veranos son insoportables por el intenso calor y plantar masivamente árboles (y mantener los actuales) debería ser una prioridad para quienes nos gobiernan. Ojalá mucha más gente se una para detener esta nueva acción arboricida, si es posible aún, y contemos a partir de mayo con representantes municipales que apuesten de verdad por pulmones verdes y la reducción del tráfico. A lo mejor es cuestión de ir y encadenarse a la excepcional secuoya roja que permanece todavía en pie, como hicieron las adolescentes hermanas Lisbon con el olmo frente a su casa.