Su negocio no es un prostíbulo, sino un hostal con sala de fiestas y nunca amenazó, agredió ni utilizó la denominada brujería marroquí para subyugar la voluntad de las clientas de su pensión y que trabajaran como prostitutas para ella. Es lo que declaró este miércoles, en el juicio que se sigue contra ella y otras tres personas en la Audiencia Provincial de Badajoz, la mujer, originaria de Marruecos, acusada de prostituir a tres compatriotas en un club de alterne de la localidad de Puebla de Sancho Pérez entre enero de 2019 y febrero de 2020.

La procesada, para que la fiscalía pide 34 años de prisión por delitos de trata de seres humanos, prostitución, aprovechamiento lucrativo de prostitución y lesiones, afirmó desconocer lo que hacían sus huéspedes en las habitaciones y negó haber captado a las mujeres para ejercer la prostitución, así como haberles prometido legalizar su situación en España (todas estaban de manera irregular en el país) a cambio de elevadas cantidades de dinero -entre 5.000 y 7.000 euros-, que devengaba de los servicios de prostitución que prestaban. 

Según la defensa de los procesados, en manos de José Luis Díaz Sánchez, las víctimas ya habían ejercido la prostitución antes de llegar al hostal y con su denuncia solo buscaban conseguir de forma inmediata el permiso de residencia en España.

Los otros tres acusados ofrecieron un testimonio similar a la principal inculpada. La hija de la dueña del establecimiento y el encargado de la barra, para los que la fiscalía pide 15 años de cárcel, aseguraron que solo se encargaban de las tareas propias de la recepción y el bar, además de hacer las cuentas, que supervisaba la propietaria del negocio, que en esa fecha estaba recién operada, y solo acudía al local «una vez a la semana o cada quince días».

Hierbas naturales y no brujería

Ambos negaron que se impusieran sanciones monetarias a las mujeres como castigo por incumplir las normas y que ellos cobraran por los servicios, así como que se usara la magia, pues, según dijeron, los que se quemaba en una vasija eran hierbas naturales para aromatizar el local.

La cuarta acusada, imputada por un delito de lesiones por presuntamente agredir a una de las denunciantes, reconoció que ejerció la prostitución en este establecimiento, pero que lo hizo por cuenta propia y que la dueña del hostal no era la ‘madame’.

La declaración de las víctimas, que declararon en calidad de testigos (una por videoconferencia y otras dos en sala, pero sin contacto visual con los acusados) fue diametralmente distinta. Las tres mujeres aseguraron que la dueña del hostal les ofreció trabajo como limpiadoras, pero que después las obligó a alternar con los clientes y prostituirse y que eran su hija y el encargado del bar quienes las controlaban. 

"Lo mínimo para vivir"

 Todas ellas negaron haber ejercido hasta ese momento la prostitución y afirmaron que lo hicieron «bajo amenazas», porque la principal acusada las amedrentaba diciéndoles que las iba a denunciar a la policía para que las deportasen a su países, con enviar grabaciones de sus encuentros sexuales con los clientes a sus familiares y con la magia, aprovechándose de sus creencias. También explicaron que tenían jornadas maratonianas de trabajo, que solo comían una vez al día y que los clientes pagaban directamente al establecimiento, bien a la dueña o a su hija y al encargado, y que a ellas se le entregaba «lo mínimo para vivir». Dos de ellas, señalaron que en casi un año solo pudieron mandar dos veces pequeñas cantidades de dinero a sus familias en Marruecos por este motivo.

Asimismo, declararon que fueron agredidas en varias ocasiones, una de ellas con una silla. El forense señaló que las lesiones que presentaba eran compatibles con los golpes con este objeto. Todas negaron que hubieran denunciado para conseguir regularizar su situación en España, sino por que ya no aguantaban más «el miedo» con el que vivían (una de ellas señaló que sigue recibiendo amenazas) y aseguraron que no querían indemnización, solo que se les pagara «lo que nos robó». El juicio continúa este jueves.