Fue un susto, pero podría haber tenido consecuencias mayores si en lugar de suceder pasada la media noche hubiera ocurrido durante la mañana o la tarde. «Si el derrumbe hubiera sido a las doce del mediodía, ahora habría heridos; y si pasa un domingo de Rastro de Artesanía y Antigüedades, con esto lleno de gente, podríamos hablar hasta de muertos». Es la reflexión que hacen los vecinos de la calle Moreno Zancudo, en el Casco Antiguo de Badajoz, donde la madrugada del viernes se vino abajo la primera planta de la vivienda situada en el número 12, provocando la caída de numerosos cascotes de gran tamaño a la vía.

«Sentimos un estruendo y vimos las piedras en la calle, pero nos dimos cuenta que el ruido era porque se había derrumbado la casa», explicó Julián Monge, vecino y dueño de un negocio de hostelería en Moreno Zancudo. La calle, que es la principal vía de acceso a la plaza Alta, se cortó con vallas por seguridad y precaución, después de que los bomberos, comprobaran que había colapsado la primera planta de la vivienda y que había riesgo de que se produjeran nuevos desprendimientos, pues la cornisa de la azotea presentaba importantes grieta. 

Este viernes por la mañana, el propietario del inmueble encargó la demolición de esta parte de la vivienda, cuya fachada, en principio, no estaba previsto apuntalar. Ni esta casa y ni las contiguas por ambos lados están habitadas.

No es la primera vez que se derrumba una casa en esta calle. Monge recordó que hace más de 4 años ya pasó lo mismo con otra ubicado a solo unos metros, cuya fachada se protegió con pilares de hormigón y vigas de hierro para evitar que se viniera abajo lo que quedó en pie. «Era un remedio temporal y siguen ahí», criticó el hostelero, quien lamentó que se destinen inversiones para mejorar otras zonas donde no vive nadie, como El Pico del Guadiana, mientras «se da la espalda al Casco Antiguo. Es algo que no se entiende», reprochó.

Monge lamentó que a esta y otras casas de la zona solo se les «ha lavado la cara» adecentando la fachadas, pero por dentro son «ruinas», que además de correr el riesgo de derrumbarse, sirven de nido a ratas y otros bichos y se utilizan en muchas ocasiones como fumaderos de droga. Hace 7 años que el hostelero se instaló en este enclave del centro histórico, donde rehabilitó un edificio con la esperanza de que otros propietarios de la antigua calle Zapatería hicieran lo mismo, pero pasado el tiempo ha visto que no ha sido así. 

Los vecinos reclaman al Ayuntamiento de Badajoz que actúe para obligar a los dueños de las viviendas en ruinas a arreglarlas, bien penalizando a través de «una subida del IBI» o que sean expropiadas. Si eso no se hace y se deja avanzar al abandono, temen que el Casco Antiguo muera «definitivamente».