Cristina Lorido tiene 5 hijos. El más pequeño es Tiago. Acaba de cumplir 13 meses. Con 7 días se atragantó con la leche y se quedó sin respiración. El bebé padecía reflujo y tiene un monitor que registra su respiración y la frecuencia cardíaca por las noches. Los padres observaron retrasos en el desarrollo: no volteaba y no conseguía sentarse. En enero el pediatra lo derivó al Centro de Atención a la Discapacidad de Extremadura (Cadex), que depende de la Junta. En la región hay dos, de ámbito provincial. El 26 de enero solicitaron la atención temprana y hasta el 3 de mayo no lo vieron. Desde entonces está en lista de espera con 6 niños delante. Casi seis meses han pasado. 

La atención temprana incluye acciones de prevención en casos de alteraciones en el desarrollo. Ante la ausencia de respuesta de la sanidad pública, Tiago recibe sesiones de hidroterapia que costea su familia (35 euros por 30 minutos), además de ejercicios en casa. Cristina asegura que percibieron cierta mejoría. Pero en el último mes ha sufrido una regresión. El 6 de junio se contagió de covid y del virus de la gastroenteritis. Estuvo hospitalizado y le hicieron un estudio neurológico. En todo este proceso, Tiago «perdió las pocas habilidades que tenía», asegura. Había logrado sentarse pero ya no lo hace y no mantiene el peso sobre sus piernas. «El pediatra nos dijo que era prioritaria la atención temprana y nos hizo un informe para que lo entregásemos en el Cadex». Lo enviaron y la respuesta ha sido que lo van a reevaluar para determinar si es prioritario, pero el médico está de vacaciones. En el Cadex lo evalúan y lo derivan al Sepad que organiza las plazas en los centros donde reciben las terapias. Como no es prioritario se mantiene en la lista de espera. Todos los centros de terapia cierran en agosto, con lo cual Cristina teme que estos niños «pueden tardar meses» en ser atendidos. Según han manifestado desde el Sepad a este diario en septiembre tendrán su plaza. Cristina no lo cree. «Puede llegar diciembre y seguimos sin terapia». «Tiago tenía 7 meses cuando se vio el problema y deberían haberle puesto remedio antes, no esperar a que tenga 13 ni 15 meses».

Esta madre cree que hay más familias con su mismo problema. «Esto no es de ahora, hay muchos niños en esa situación, las terapias tardan mucho en asignarse, tardan mucho en llamarte para evaluar a los niños, con Marcos también nos pasó».

Marcos es el cuarto de sus hijos. Tiene 6 años, también presenta problemas de desarrollo. A los 12 meses comenzó con convulsiones febriles y la neuróloga lo derivó al Cadex. Empezó a recibir atención temprana en Aprosuba y solicitaron la discapacidad. La atención temprana termina a los 6 años. En noviembre bajaron el grado al 20% con lo cual ya no tiene derecho a ningún tipo de terapia. En el colegio sin embargo sí le mantienen el apoyo y tiene aprobada la dependencia de grado 2 del Sepad, «pero como dependencia y discapacidad van por lados distintos, no lo tienen en cuenta». De dependencia sí reciben una ayuda.

En el Sepad sí le han ofrecido una solución para Tiago, una plaza en Olivenza, pero Cristina no tiene coche para llevar a su hijo dos veces a la semana a terapia. El problema que subyace es la falta de medios. En nombre de otros padres que puedan estar en su misma situación, Cristina defiende que «la atención temprana se agilice, que haya plazas suficientes y que no tengamos que esperar, porque el tiempo de espera es tiempo perdido para el futuro de estos niños».