Con el peso de María Soledad S. D. (entre 55 y 60 kilos) y la palanca de desencofrar con la que presuntamente fue agredida, hubieran bastado «un par» de golpes en la cabeza para causarle la muerte, pero Manuel M. M. Q, le propinó más de 40, según han asegurado este miércoles los forense en su declaración en la tercera sesión del juicio con jurado popular que se sigue en la Audiencia Provincial de Badajoz contra el casero de Zafra acusado de matar a su inquilina en enero de 2020.

La autopsia reveló que la víctima presentaba hasta 22 heridas solo en el cuero cabelludo compatibles con una veintena de golpes. Tenía una decena de lesiones en la región facial causadas por un mínimo de entre 8 y 10 traumatismos directos; otras siete heridas en la parte izquierda del cráneo producidas por al menos seis golpes y cinco lesiones en el cráneo derecho producidas por entre 12 y 16 traumatismos más. Además, de otros muchas en brazos y manos recibidos en su intento de defenderse de su verdugo.

La causa inmediata de la muerte de María Soledad, según los peritos, fueron las lesiones estructurales que presentaba el encéfalo a causa de los golpes, que al repetirse en las mismas zonas, provocaron importantes fracturas y la pérdida de masa encefálica. «Cualquier tipo de traumatismo de los que presentaba en la parte derecha de la cabeza es de suficiente entidad como para ser mortal», han afirmado.

Según su testimonio, las heridas que presentaba en el rostro y los brazos se produjeron mientras la víctima tuvo capacidad de defenderse, mientras que las de la región derecha del cráneo, por su gravedad, fueron las provocadas en último lugar. «Ella estuvo consciente durante mucho tiempo, como evidencian la aspiración de sangre y la gran cantidad de lesiones de defensa que presenta». Además, según los forenses, si hubiera perdido la consciencia en el primer golpe, no habría movido la cabeza, circunstancia que queda acredita por la dispersión de las heridas que sufrió.

Sobre si presentaba signos de asfixia, los expertos han apuntado que los hematomas que tenía en el lado derecho de la boca podrían corresponderse con el acto de taparla con las manos, aunque también podrían ser fruto de los numerosos traumatismos sufridos.

Los peritos concluyen que la mujer recibió todos los golpes cuando aún estaba viva, en un «intervalo corto» de tiempo y que su muerte fue «dolorosa». Además, acreditaron que las lesiones que presentaba son compatibles con la utilización de la palanca de desencofrar, manchada de sangre, que se halló junto al cadáver de María Soledad, pues para acabar con su vida se usó «un objeto contundente y pesado con el mismo tipo de aristas» que tiene esta herramienta.

Por su parte, el agente de la Guardia Civil que realizó el informe de la inspección ocular en el escenario del crimen ha declarado que la víctima recibió los golpes mientras se encontraba de pie y también cuando ya había caído al suelo, como demuestran las diferentes trayectorias y ángulos de las marcas de sangre recogidas en el lugar. Además, aseguró que el inculpado arrastró el cadáver cogiendo a la víctima por los tobillos y giró su cuerpo, por eso fue encontrada «torsionada». Según la reconstrucción de los hechos que presentó, la agresión se inició junto a una perrera, donde supuestamente tras ser golpeada, cayó al suelo su teléfono móvil, con el que estaba grabando, por lo que el audio de lo que sucedió quedó recogido.

Vídeo y audio

El agente de la Guardia Civil ha señalado que en esta grabación se escuchan las súplicas de la víctima y cómo pide auxilio cuando el dueño de una parcela vecina, que presencia los hechos, requiere a gritos Manuel que deje de golpear a su inquilina. En ese momento, según ha dicho, "se oye un fuerte golpe, «que parece una fractura, y ya no se la oye a ella, sino una secuencia de golpes». Son 11 minutos y 28 segundos de audio este jueves podrán oírse en sala. «Tuve que parar la grabación porque se me hacía difícil escucharla», reconoció el guardia civil en referencia a la dureza de esta prueba. 

Este miércoles, además, se han podido ver algunos de los fotogramas de los vídeos rescatados del teléfono móvil de la fallecida previos a la agresión, en los que aparece el inculpado con un saco en sus manos, en el que supuestamente llevaba oculta el arma homicida. Existen cuatro vídeos: tres anteriores a la muerte de María Soledad y otro posterior, que presuntamente habría grabado por error el acusado al llevar el teléfono desde el lugar del crimen a la vivienda de la finca, donde fue hallado por los investigadores. 

En la vista también han prestado declaración los forenses que realizaron el informe de imputabilidad del acusado, quienes descartaron que Manuel . M. M. Q. tuviera sus capacidades cognitivas y volutivas alteradas y consideraron que quitó la vida a su inquilina de manera «voluntaria». Según expusieron, en el informe de sus antecedentes psiquiátricos figura que ha sufrido ansiedad generalizada, trastorno de somatización y que presenta rasgos de personalidad de tipo obsesivoide, lo que, a su juicio, «no tiene nada que ver» con la predisposición de una persona a sufrir un arrebato o estado pasional.

En la entrevista que le realizaron los forenses tras los hechos, al preguntarle por qué había matado a María Soledad, el acusado les habló de que le había afectado la mala relación que había entre él y su inquilina, así como que todo había ocurrido de forma «rápida e imprevista» porque había perdido el control. «Pero eso no indica ninguna patología», concluyó uno de los peritos, quien también consideró que en las acciones de Manuel no influyó que hubiera abandonado el tratamiento de antidepresivos, pues la dosis que tomaba era «infraterapéutica». 

Las acusaciones particulares, ejercidas por Ana Belén Spínola, Marta Guzmán y Noelia Álvarez, que representan a los dos hijos y siete hermanos de la víctima, y la fiscalía solicitan 25 años de cárcel para el procesado por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento, mientras que la defensa, en manos de Emilio Cortés, pide la absolución alegando trastorno mental transitorio y si no se admite esta eximente, que se le aplique la atenuante de arrebato en la condena.

Testimonio de los familiares

Los dos hijos y los siete hermanos de María Soledad S. D. han sido los primeros en prestar declaración en la tercera jornada del juicio. Todos sus familiares la han descrito como una mujer valiente, amante de los animales y «muy reservada», que no les hacía partícipes nunca de sus problemas «para no preocuparnos». A ninguno de ellos les había hablado de su mala relación con el hombre que le había cedido el uso de su finca de Zafra a cambio de que le cuidase a sus animales. Solo a una de sus hermanas, según relató, le dijo que estaba preocupada por «el mal estado de los animales". Sabían que quería irse a Málaga, «por el clima», pero jamás sospecharon que no era lo feliz que aparentaba. Su intención de dejar la finca --para lo que el casero le había dado un plazo-- la corroboró otro testigo, responsable de un centro ecuestre de Zafra, al que la mujer pidió presupuesto para trasladar a una yegua y un caballo a Talavera de la Reina. El hombre aseguró que el acusado se ofreció a pagar 300 euros --una parte importante de los portes con una cuantía de 480 euros-- de forma anónima, aunque el traslado nunca se realizó.