«Por favor, si hay algo que yo deba saber por mi seguridad, dímelo». Fue el ruego que María Soledad S. D. le hizo al hijo del autor de su muerte, Manuel M. M. Q., en un mensaje que le envió el 20 de enero del 2020, 11 días antes de que su casero acabase con su vida. Esta prueba ha sido leída esta mañana por el fiscal del caso en la segunda jornada del juicio por el crimen ocurrido en Zafra a finales de enero de 2020. La inquilina terminó su mensaje manifestando que «si te he contado esto es porque no me fío de él».

El hijo de Manuel, que ha declarado hoy como testigo, ha reconocido este mensaje y ha recordado que no le dio importancia por saber que lo que decía no era verdad. También ha dicho que le respondió de forma neutra, pero que tuvo la tentación de rebatirle varios puntos, algo que hoy, a petición de la defensa, finalmente ha hecho. Uno de ellos estaba relacionado con la supuesta relación sentimental que, según Fiscalía y acusación particular, el encausado pretendía mantener con ella.

La fallecida indicaba en su mensaje que su relación con el inculpado empeoró cuando rechazó los regalos que este le intentaba hacer: «Discúlpame por dirigirme a ti, pero estoy muy preocupada y necesito contarte lo siguiente. Tu padre contactó conmigo por mi anuncio (...). Al cabo de dos semanas, me di cuenta de que su actitud estaba cambiando con la intención de acostarse conmigo. Quería regalarme cosas que nunca acepté. Mi rechazo no le gustaba (...). Cuando yo no estaba, entraba en mi habitación y revolvía mis cajones hasta que le paré los pies y le dejé las cosas bien claras. Esto no le gustó y empezó a putearme».

Respecto a esto, el hijo ha afirmado haber leído todos los mensajes que su padre y su inquilina intercambiaron y ha asegurado no haber encontrado ni uno cariñoso por parte de él ni uno de hartazgo o enfado por parte de ella.

Por otro lado, María Soledad manifestó que maltrataba a sus animales: «Ha matado a más de la mitad de sus casi 100 gatos; llegó a sacrificar a su perra sana porque a él no le podía ver y a mí me adoraba; apenas da de comer a su yegua y al potro, ni a los gatos ni aves; ha puesto cadenas con candados en todas las puertas de la finca y me ha prohibido tocar a sus animales; vecinos me han contado muchas cosas horribles de él, incluso antiguos compañeros». Sin embargo, su hijo ha indicado que su padre había invertido gran parte de su patrimonio y había perdido su matrimonio por cuidar de sus animales.

Otros testigos citados esta mañana, entre ellos inquilinos anteriores, también han dado cuenta del cariño con el que trataba a sus animales. Además, el veterinario que atendió a dicha perra, cuyo sacrificio constituyó supuestamente uno de los desencadenantes del empeoramiento de la relación entre María Soledad y Manuel, ha subrayado que estaba «crítica» y que, si hubiese sido suya, también la habría eutanasiado.

Guardias civiles

Este martes, por otro lado, también han declarado siete guardias civiles que intervinieron en diferentes partes de la investigación. Todos ellos han confirmado que Manuel enseguida se entregó a las autoridades y confesó lo que había hecho.

Uno de los que custodió la escena del crimen ha dicho que el cuerpo de la víctima presenciaba signos de haber sido sometido a bastantes golpes, «no eran dos ni tres ni cuatro». Cabe recordar que este lunes, el acusado declaró no haberle asestado en la cabeza más de dos o tres. Mañana están citados más agentes y los peritos, quienes aportarán luz sobre estos detalles de la muerte de María Soledad.