En Badajoz tenemos, entre otras, dos cualidades que, posiblemente, nos distingan del resto de los mortales. Por un lado, la capacidad de meter en un metro cuadrado a un historiador, medio centenar de aficionados y cuantos todólogos se quieran sumar al debate. Compartida con otras culturas, aparece la otra virtud: nuestra afición a levantar polvareda en el mármol o crear un problema donde no lo hay. Está ocurriendo con lo del Día de Badajoz, que a todos nos preocupa. Más allá de unos cuántos historiadores y estudiosos de la ciudad, a Marwan, en Badajoz, lo descubrimos de mayores hasta el punto de que a la Alcazaba siempre la llamábamos el Castillo. Cierto que sobre la primera iglesia cristiana que se edificó en Badajoz se encuentra la última mezquita, pero la historia de nuestra ciudad multicultural solo se ha sabido casi de refilón. La fundación de Badajoz no fue musulmana, sino árabe, que es distinto, y no hubo una reconquista porque antes de Marwan Badajoz era un lejío. Efectivamente, los musulmanes fueron predominantes, pero conviviendo con otras creencias. Por tanto, con Almossassa no celebramos la fundación musulmana, sino la fundación (no todos los árabes son musulmanes) de Badajoz y, ya puestos, sus ancestros como Reino floreciente, que no es poco.

Y el 19 de marzo, más que día de Badajoz, seguirá siendo de San José, el patrón de la ciudad --San Juan es el de la Diócesis-- y del casco antiguo. Los que vamos teniendo años recordamos la feria que se instalaba en el Salto del Caballo por San José, ya celebrábamos ese y otros también considerados como días de Badajoz, como el Jueves Santo por la procesión de la Patrona, la Soledad, las romerías de Bótoa y San Isidro en mayo, el día de San Juan en junio, con su feria, la Nochebuena, que también es para los badajocenses muy importante por el regreso de los que están fuera, el día de Reyes, para tantas familias, el martes de Carnaval y, en fin, fechas del calendario local tan importantes, en lo emocional, como lo ocurrido siglos atrás. Más allá de lo anecdótico, hablar de enfrentamiento religioso, de viejas heridas, de fiestas contrapeso no es más que una muestra del desconocimiento de la realidad y las tradiciones de Badajoz y los intereses de su gente. Poniendo el ojo en lo accesorio para olvidar lo sustancial. Sinceramente, todo esto me da mucha pereza. La melancolía suele adelgazar y las soflamas elevar la tensión arterial.