Mucho se ha hablado de la arrolladora personalidad, la honestidad, simpatía, gracejo, autenticidad, amor por Badajoz, su sentimiento de la amistad y de lealtad, su sentido familiar, sencillez, honestidad, agudeza y tantas otras características personales que caracterizaban a Miguel Celdrán y que le hizo ganar el cariño de gran parte de la población y también sus votos durante cinco elecciones. Se podrían contar muchas anécdotas para ilustrar estas características. Me sumo a ese cariño y respeto a su persona. Pero aunque la persona ocultase al personaje muchas veces, créanme que cinco elecciones por mayoría absoluta no se ganan solo por ser buena persona, simpático, cariñoso y divertido. Incluso estas características si no van acompañadas de resultados pueden ser contraproducentes. Celdrán llega a la alcaldía porque la ciudad está por los suelos. Badajoz vivía una decadencia económica, moral y social. Políticamente a Badajoz se le aparta del interés regional y se le castiga presupuestariamente. Manuel Rojas, también muy simpático y querido, es incapaz de hacer frente al maltrato y la falta de sensibilidad que tiene entonces la Junta de Extremadura hacia Badajoz. No encuentra más que zancadillas para evitar esa decadencia y terminan haciéndolo dimitir desde su propio partido. La Junta intenta reaccionar con dos puentes nuevos, el Consorcio del López de Ayala o la reforma del Guadiana, con el llamado «proyecto duro». El ayuntamiento intenta paliar la bancarrota económica con la privatización del servicio de aguas o la venta del solar a El Corte Inglés, que era el único que continuaba sirviéndolo. La ciudad estaba sin futuro. El Casco Antiguo y especialmente La plaza Alta daban miedo. Celdrán cogió la ciudad desmoralizada y sin futuro, fueron años de gran austeridad, dificultades con proveedores y miles de problemas se acumulaban y acosaban a la ciudad. Sin embargo supo poner a trabajar a su equipo con perseverancia y recuperar la ilusión. Los resultados de esos 18 años al frente del ayuntamiento están a la vista. La ciudad pasó a ser una ciudad moderna y con expectativas. Muchos proyectos siguen vivos y verán sus frutos los próximos años. Quedan muchas cosas pendientes. Entiendo que la historia termina olvidándose, que cada uno puede hacer sus elucubraciones de lo que podría haber sido y no ha sido, pero yo me temo que lo que podría haber sido era mucho peor. Las bases del Badajoz del siglo XXI son frutos de la época Celdrán. Para Badajoz ha sido un gran alcalde y, como no conozco ninguno mejor, para mí ha sido el mejor alcalde de su historia.