Opinión | Disidencias

Oso

La vida, como se le atribuye a John Lennon, es aquello que sucede mientras hacemos otros planes

La vida está en las casas, en los trabajos, en las escuelas, en los mercados, incluso en las gradas de los estadios, en las colas de un espectáculo o en un confesionario, sea en la iglesia o en el altar de tu mismidad, y no en las redes sociales, las tertulias infames, los titulares manipulados o los discursos políticos. Hay quien cree que el éxito depende del número de contenidos que subes a una red social o los seguidores que tienes o los me gusta que te ponen. Pero la vida, como se le atribuye a John Lennon, es aquello que sucede mientras hacemos otros planes. En un instante, todo puede cambiar. Una mala decisión, un mal paso, la palabra equivocada puede tirar por el desagüe todo lo construido y que creíamos inalterable y que llenaba nuestras vidas. Una tarde de lunes reciente me fui a merendar con una persona muy querida a la cafetería en la planta sexta del Corte Inglés. Mientras conversábamos, nos dimos cuenta de que estaba llena, que la inmensa mayoría era mujeres mayores, muy arregladas de vestuario y peluquería, algunas en grupos numerosos, charlando tranquilamente y merendando sin miedo. No sé dónde estaban ellos, imagino que algunas serían viudas, pero lo destacable es que pasaban la vida, como les gustaba, reían y disfrutaban y no dejaban que el ruido del mundo y los telediarios le arruinará una tarde de chicas. Unzué, otrora futbolista reconocido y hoy enfermo de ELA, arruinó, en unos minutos, la imagen y señaló la indecencia de los diputados en el Congreso que no tuvieron tiempo de acudir a escuchar los problemas y necesidades de unos enfermos muertos en vida. Una vez más, la gente va por un camino y los bien pagados de los políticos que dicen representarnos, por otro, demostrando que no son de los nuestros. 

Me llegó por una amiga un corte de una entrevista que El loco de la colina, Jesús Quintero, le hizo al genial Antonio Gala: “Ese futuro tecnológico nos va a caer muy grande… Unas personas que probablemente vivirán más de lo que vivimos ahora… Unas personas prefabricadas que tendrán que trabajar más que nosotros porque tendrán que alimentar a más viejos, a menos niños y a los que no trabajan, que serán muchos… Una especie de conductas manejadas por órdenes o por folletos porque no tendrán mucho tiempo para leer. Folletos para ver cómo se tiene éxito, cómo se hacen amigos, cómo se pone una casa, cómo se conquista a una mujer, cómo se divierte uno más. Como todos leerán los mismo folletos, las relaciones serán muy fáciles, pero muy aburridas. Y la inteligencia natural será sustituida por inteligencias artificiales que ayudarán a la gente no a conseguir la felicidad sino a pasar el tiempo». Otra amiga subió a Instagram una foto de los contenedores que hay cerca de la sede de UGT en el casco antiguo. Apoyado junto a uno de esos contenedores, un oso blanco enorme, otrora mullido y querido, objeto de abrazos y otras caricias, ocupando un lugar prominente en el hogar, entre niños y mayores, y aquel día esperando acabar triturado o quemado en un estercolero. 

¿Para qué sirve un oso? era el título de una simpática película española de 2011. Pues para demostrarnos que las tecnologías, las nuevas inteligencias, las redes sociales, la política o el mundo no van a mejorar ni nos harán mejores, sino que nos introducen en una orgía de fiestas y miedos, de postureos y ausencias, de vacíos y soledades donde solo en los detalles encontramos algo de humanidad y esperanza.