Opinión | Cuaderno de viajes

New Bern-Wilmington, Carolina del Norte

Flanqueando la carretera los bosques de cipreses calvos se hacen más frondosos. No se ve el otro lado. Cada vez más oscuros, apenas se refleja la luz en el agua que inunda las raíces. Otra vez el imaginario y el cine los envuelve en un halo tenebroso que parece salpicar hasta el coche intuyendo las colas de los reptiles, la ciénaga llena de vida entre dos mundos, bajo la superficie poco profunda, sobre las ramas colgantes, las lianas de musgo que, inquietantes, parecen querer atraparte. Aligator frito se anuncia como plato del día. Wilmington es una ciudad costera, con un muelle para caminar y casas de madera con mecedoras blancas y ventiladores de techo en el porche. Es una ciudad de un centro pequeño, paseable. Y tienditas bonitas con escaparates que mirar. Y restaurantes coquetos. Y música en vivo. Y gente simpática. Y jardines floridos. Y camelias en los arriates. Por debajo, hay una red de túneles porque están al mismo nivel del mar . Y estos fueron la vía de escape de los esclavos. En este tiempo convulso en el que un Presidente es acusado de arengar a las masas para asaltar el Capitolio e intentar atentar contra la democracia, leo como aquí, en 1898, hubo el primer y único golpe de estado de los Estados Unidos. Después de la Guerra Civil se dictaron leyes que además de abolir la esclavitud, otorgaban derechos a quienes habían sido esclavos. Para hacer cumplir la ley se envió al ejército, ya que muchos ciudadanos del sur se resistían a esta nueva realidad. En aquella época Wilmington era un puerto grande, creciente y rico, con una clase media de color que accedía a la universidad, adquirían buenas viviendas, y tenía negocios prósperos. Aquí se creó, incluso, el único diario afroamericano de aquella época en el país, el Wilmington Daily Record. De las elecciones resultó un gobierno de coalición de políticos blancos y negros, que se llamaba ‘Fuisionists’. 

El día antes de las elecciones, temiendo una victoria de la coalición, un relevante político demócrata, Alfred Moore Waddell, pronunció un discurso exigiendo a los hombres bancos que «cumplieran con su deber». Dos días después de las elecciones, cientos de hombres, animados y conducidos por Wadell, armados con rifles, entraron en la ciudad y prendieron fuego al Wilmington Daily Record. A su llamada, numerosos supremacistas blancos se personaron en el puerto y decidieron destrozar los negocios propiedad de afroamericanos, y asesinar a quien se lo impidiera, hasta llegar al ayuntamiento para forzar la renuncia del gobierno, a punta de pistola. Los cabecillas de la insurrección tomaron el poder ese mismo día. Waddell fue nombrado alcalde inmediatamente y promulgó leyes que despojaron de derechos civiles a la población de color. Así, un grupo violento consiguió derrocar al gobierno estatal y revertir la voluntad de los votantes tal como intentaron el 6 de enero de 2021 en Washington. Les sigo contando la semana próxima.

*Abogada