Opinión | Disidencias

Votantes

No son los políticos los únicos protagonistas de un proceso electoral. Los votantes son personas y, por tanto, influenciables, críticos, enojados, convencidos, afines y contrarios, con capacidad para dar sorpresas y revolucionar el escenario político de una ciudad. Por supuesto, también suelen tener el capricho de mandar a casa a tontos o elegir a indeseables. Dentro de las acciones en marketing electoral, la primera de ellas es el conocimiento del territorio y el estudio del electorado, normalmente a través de datos demográficos, los de anteriores elecciones y los que dan las encuestas. El olfato suele ser también una herramienta interesante. O sea, que sin datos (y saber interpretarlos) y sin olfato, cualquier espontáneo metido a político o estratega está condenado al fracaso. Hablamos de la segmentación y determinación de públicos y, en ese aspecto, el experto en campañas electorales, Pere Oriol Costa, sugiere seis tipos de votantes: Excluidos (nunca votan), excluidos débiles (con alguna posibilidad puntual de voto), indecisos críticos (no se han decidido, pero reflexionarán para hacerlo), indecisos estructurales (votarán, pero no por cuestiones políticas), adictos débiles (votantes con tendencia a la fractura) y adictos (votan a su partido o líder y les da igual todo lo demás). El experto en psicología electoral, Daniel Eskibel ofrece otra clasificación: Votante emocional (conecta con la personalidad, estilo y capacidad del candidato), social (partidista, participativo y necesita de muchos estímulos), amable (prefiere a los moderados, huye de los incendiarios), metódico (que le presenten todo ordenado y con rigor) y abierto (es imaginativo y le gusta todo lo distinto). Otro experto electoral, Costa Bonino, cita, como «targets» prioritarios a los blancos naturales (los más permeables a tus ideas, pero insuficientes para ganar), el voto duro (los más partidistas y partidarios), los líderes de opinión (los grandes olvidados y, sin embargo, imprescindibles porque desde el comercio, la oficina, el partido de pádel o la consulta del médico pueden difundir el mensaje con más credibilidad que el propio candidato), el «marais» (un término de la sociología electoral francesa que habla de los influenciables e indecisos, un electorado flotante que representa el 20% de los votantes, un dato nada despreciable) y los electores críticos (merecen especial atención porque suelen cambiar según la coyuntura electoral). ¿Sabrán los partidos a quién dedicarse más en campaña? ¿Aún siguen creyendo que solo sirve presentar balances o propuestas sin determinar el perfil del votante? ¿Saben los jefes de campaña y candidatos a quien dirigir sus mensajes o se instalan en la torpeza del sálvese quien pueda, la supuesta ola que viene o el tiro en el pie? Por cierto, ¿a qué grupo de votante perteneces tú, lector?