Opinión | EL CHINERO

Chaqueteando

Uno de los integrantes de Los Chungos parodia a Gragera y su cambio de chaqueta.

Uno de los integrantes de Los Chungos parodia a Gragera y su cambio de chaqueta. / Andrés Rodríguez

Entre los criterios a puntuar por el jurado del Concurso de Murgas de Badajoz está que sus letras incidan en temas locales. Las murgas no lo han tenido difícil, porque asuntos locales que abordar y criticar los ha habido a montones desde el último Carnaval.El ayuntamiento y los representantes políticos municipales han centrado buena parte de las polémicas de este año, que los murgueros han sabido retratar con arte, gracia y no menos sorna. De hecho, algunas de estas polémicas han sido inevitables en sus canciones y se han repetido en los repertorios de la mayoría de las agrupaciones que han subido esta semana al escenario del teatro López de Ayala. Tanto o más que el rifirrafe pseudomusical de Shakira y Piqué.

El tema más repetido está siendo la decisión del actual alcalde, Ignacio Gragera, de salirse de Cs, el partido por el que se presentó a las elecciones en 2019, y pasarse al PP con la intención indisimulada de seguir ocupando la alcaldía. Lo que viene siendo un caso clarísimo de transfuguismo y que las murgas retratan como el comportamiento de un chaquetero: aquel que cambia de ideas, especialmente políticas, por intereses propios. Podrán repetir -el propio alcalde y los del PP- que sus ideas no han variado, que el objetivo es el mismo y que Badajoz es su única obsesión. Lo miren por donde lo miren ha cambiado de partido por intereses propios, sin tener en cuenta la decisión de los electores que lo auparon al ayuntamiento, por otras siglas que ahora no son las suyas. No por repetir una mentira se convierte en verdad. Cuando en el último pleno se abordó esta situación a petición de Unidas Podemos, el alcalde concluyó que diga lo que diga la oposición, serán los ciudadanos, los votantes, los que valoren si su decisión ha sido acertada o equivocada.

El examen es el 28 de mayo. A la espera de la cita electoral, las murgas han hablado. Han cantado. Y por mucha gracia que al alcalde le haga en su butaca de patio que en el escenario un tipo que lo imita parodie su caso de transfuguismo, la situación no es graciosa. Más bien, lamentable. Las murgas han entendido, y así lo han expresado, que el alcalde ha demostrado en su escueta trayectoria política que su mayor afán es mantenerse en la alcaldía, con cualquier chaqueta, sea del color que sea: naranja de Ciudadanos, azul del PP, roja del PSOE o carmesí de Badajoz Adelante (BA). 

Gragera ha tenido durante meses pendiente a la formación BA de llegar a un acuerdo para presentarse como su cabeza de lista o en coalición.Un año de conversaciones que en BA casi dieron por cerradas cuando, sin previo aviso, aunque solo hubiese sido por respeto a quienes habían llevado la negociación, se enteraron por los medios de comunicación de que Gragera se pasaba al PP. Así, sin anestesia. En BA aseguran que la cantinela del alcalde no adscrito en toda la negociación fue que quería seguir siéndolo. Como Cs tenía y tiene los días contados, Gragera necesitaba un apoyo fuera de su casa que le asegurase el bastón de mando. En aquel momento encontró el de estas siglas de ámbito local, que en las anteriores elecciones se quedaron a punto de entrar en el ayuntamiento.Pero una opción más tentadora llamó a su puerta. En el PP no acababan de confirmar oficialmente a Antonio Cavacasillas como candidato y las encuestas favorecían a Gragera. En BA se quedaron con dos palmos de narices esperando a que el alcalde les dijese si había tomado una decisión. El teléfono no sonó.

Así es él. No es la primera vez que Gragera hace mutis por el foro. Actuó de la misma manera cuando a horas de la investidura tras las elecciones de mayo de 2019 seguía negociando a dos bandos con el PSOE y el PP. Finalmente llegó a un acuerdo con el popular Francisco Javier Fragoso para repartirse la alcaldía y dejó a los socialistas compuestos y sin novio, esperando en el altar consistorial. Sin avisarlos siquiera. Dos veces lo ha hecho, sin pudor. Por eso no es de extrañar que se ría y hasta se tronche cuando lo parodian murgas y escaparates. Visto lo visto, con que la chaqueta sea de su talla, le da igual el color y logra moverse con soltura aunque le apriete algún botón.

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