La Crónica de Badajoz

La Crónica de Badajoz

Rosalía Perera Gutiérrez

Frontera

Rosalía Perera

Un alto en el camino

A ver, ¿por donde andábamos?.Les deje el miércoles con la comida y la palabra en la boca, en Connecticut, en el Rein ‘s Deli. Después pensé que debería haberles explicado un poco más, porque este no es un cuaderno o guía de viajes usual para que ustedes no se pierdan, sino también para los que lo leen sentados en casa, sin propósito de hacer este viaje, pero sí de imaginarlo, olerlo e incluso gustarlo. Creo que me gusta tanto el pastrami porque me pasé toda la vida escuchando hablar de el, en las películas, sin saber realmente qué era. La escena más mítica de ‘Cuando Harry encontró a Sally’ transcurre en Katz’s ante un plato de pastrami. Y Woody Allen rueda escenas de ‘Broadway Danny Rose’ comiendo lo mismo en el Carnegie Deli. En la Séptima Avenida estuvo abierto desde los años 30 hasta diciembre de 2016. El cine, una cierta propensión a la nostalgia y una nevada que congelaba las entendederas debieron ser los culpables de que yo hiciera una cola en la que no sentía los pies, para despedirme de un sitio que apenas había visitado más que tres veces. Pues bien, volviendo a nuestro viaje, les contaré que Rein’s tiene variantes muy parecidas que se acompañan también de enormes pepinillos agridulces. El Reuben y el Rachel, al menos aquí, puede ser de pastrami o de corned beef, que seguro han visto ustedes alguna vez en los supermercados en latas metálicas con la cara de una vaca y que son una verdadera lata abrir. Ambos están hechos de falda de ternera en salmuera. El primero, después se aliña con hierbas y condimentos y se ahúma. El segundo se hierve después en vinagre. Se sirve con pan de centeno a la plancha, chucrut, queso suizo fundido y salsa rusa, y solo se diferencia del Rachel en, que, este último, lleva dentro cole slaw (ensalada de col) en lugar de chucrut. Hay quien puede, incluso, con una ración de cheesecake. En este país, fuera de las grandes ciudades, el puritanismo de sus orígenes se percibe aún en detalles, por ejemplo en que el alcohol no está bien visto y por ello muchas familias beben té helado o café solo, en grandes tazas, para acompañar sus comidas. Los pueblos están desiertos a partir de las siete. Hay supermercados y negocios que abren a las 5 o 6 de la mañana y la cena es a horas desconcertantes para los españoles, que se adelantan aún más, según nos adentremos en el país o subamos al norte. Así que aún sabiendo que es una aberración, nadie me mira raro por pedir café con la comida para continuar en carretera. Les sigo contando la semana próxima…

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