Antes de comenzar la pausa estival, que deseo tranquila y sin incendios, quiero hacer unas puntualizaciones acerca del tan manoseado asunto de la existencia de una población grande o pequeña en el lugar donde Abd al-Rahman al-Yilliqi fundó y levantó las primeras construcciones de Batalyaws. Los argumentos históricos que enmarcan el suceso ya se han enumerado. Queda por hacer el análisis interno. Porque a las noticias escritas, de obligada y cautelosa consulta, deben añadirse las informaciones arqueológicas obtenidas de los trabajos de excavación practicados dentro y fuera del recinto de la Alcazaba.

Nada -digo nada- obligaba a pensar que allí hubiese una aldea preislámica y las traducciones, no inexactas pero sí antiguas, de los documentos árabes parecen excederse en su afán de ser descriptivas. Por otra parte, una de las características del poblamiento romano es la de situarse en zonas llanas; no en altura. Eso es típico del medioevo y se conoce como “encastillamiento”. Si hubo una aldea previa, lo digan o no los documentos, estaría al pie del Cerro de la Muela, más o menos próxima. Nadie argumente a su favor si aparecen restos bajo el actual caserío. La capital ha crecido y rebasa muchísimo el previsible trazado de la primera ciudad. Y, esto es definitivo, no ha aparecido ningún resto arqueológico capaz de sustentar la teoría. Ninguno. En Mérida hay niveles de transición entre los tardoantiguo y lo medieval árabe. Aquí, no. Y, habida cuenta de la extensión de las superficies excavadas en la Alcazaba -las que se investigan con conocimiento de causa y las que lo han sido como mal menor y por motivos nutritivos; de los llamados expertos, claro-, es difícil defender la veracidad de los testimonios, al menos de la forma en que fueron interpretados por grandes autores, muy empapados del nacionalismo historicista del que, todavía, algunos narradores modernos no han conseguido emanciparse. Hay que ir a las fuentes primarias. Y de las piezas llamadas visigodas no se deduce nada favorable. Fueron traídas de fuera y, a veces, de lejos. De Mérida o de La Cocosa y, quizás, de más sitios. No todas son coetáneas, pero se seleccionaron con cuidado. Es preciso actualizar el conocimiento.