El martes 19 de julio de 2022 era un día importante para el futuro del ferrocarril en Extremadura. Íbamos a comprobar que los compromisos, inversiones y actuaciones realizadas durante tantos años tenían la primera materialización práctica en los usuarios, aunque quedase muy lejos de lo que nos hubiera gustado tener en estos momentos. Se anunciaban tres avances relevantes: un nuevo sistema automático de señalización, seguridad y control en todo el recorrido entre Madrid y Badajoz, la puesta en uso de los tramos terminados con nuevas vías de la futura línea de alta velocidad entre Plasencia y Badajoz y la entrada en servicio de un tren Alvia que lleva funcionando en otras partes de España con gran nivel de satisfacción. Eran solo unas mejoras parciales en una línea mucho más amplia sobre la que faltaban muchas mejoras e inversiones. Podría denominarse la primera fase de puesta en uso parcial, de uno de los tres tramos de la parte española de la conexión internacional Madrid – Lisboa que forma parte de la Red Básica Europea y debería haber estado terminada en 2010. Es comprensible que para muchos fuese algo insignificante, incluso insultante su celebración con inauguraciones oficiales, pero para los que llevábamos muchos años esperando este momento lo considerábamos también el inicio de una nueva etapa. Así que el martes hice el viaje de ida y vuelta a Madrid en el Alvia para comprobarlo personalmente y poder tener mi propia experiencia y criterio. No tenía más expectativas que las que ya conocía que podía tener, no esperaba lo que no es posible, y también estaba abierto a que hubiese incidencias propias de la puesta en marcha de un nuevo servicio complejo que tiene todavía tanto por terminar. Mi experiencia global fue positiva y me alegré de que por fin llegase este momento. Se produjeron incidencias, retrasos y fallos en el servicio, pero nada que fuese especialmente grave. Pero la secuencia de retrasos e incidencias en los tres primeros días de servicio se ha convertido en un verdadero escándalo intolerable que da vergüenza ajena de los responsables y propia como extremeño.La falta de confianza de muchos la ha agravado y extendido, y la indignación se ha generalizado. La situación exige poner todas las capacidades de RENFE y ADIF en encontrar solución a los problemas creados, por el bien y derecho de los usuarios, pero también para la necesaria recuperación de la confianza y el fomento del uso del tren. Hoy quería comentar las próximas acciones a realizar, pero, de momento,la urgencia se impone, y primero hay que conseguir que lo inaugurado funcione y pueda visualizarse el avance. Ya tendremos tiempo la próxima semana para hablar del futuro.