¿Cómo somos los de Badajoz y cómo nos ven y sienten los demás, los de fuera, los que vinieron y se quedaron, los que solo vienen de visita? Sabemos muy bien -o, al menos, eso pensamos- definir a los de nuestro entorno. Y, cuando los definimos, aparecen nuestras cuitas, prejuicios, querencias o desencuentros históricos, geográficos o sociológicos. Por lo tanto, no hay ni unanimidad ni objetividad. Nuestra definición sobre cómo son los demás y nosotros mismos siempre se sustenta en lo subjetivo. ¿Cómo somos los de Badajoz? El famoso “A Badajoz se viene llorando y uno se marcha llorando” lo he escuchado, prácticamente, sobre todas las ciudades del mundo, o sea, que no es un dicho o refrán autóctono. Dicen que somos más andaluces que castellanos, pero eso nos situaría en un limbo donde careceríamos de identidad propia. Dicen que somos bastos al hablar, que recortamos las palabras, que nos gusta el cachondeo y poco trabajar, que estamos instalados en la cultura del escaqueo, muy de estar en la calle, poco amigos del frío. Dicen que miramos a nuestros vecinos -los geográficos- por encima del hombro, que nos metemos en la vida de los demás, que cuchicheamos, que la vieja del visillo es una aprendiz a nuestro lado, que la curiosidad nos pierde, que la revolución no es lo nuestro, apáticos, desenfrenados, encendidos un día y apagados al día siguiente, que la fiesta es nuestro sino, contradictorios, amigos de nuestros amigos, pero que, viniendo de fuera, cuesta entrar en un círculo. Que somos muy de nuestro barrio, que hay demasiados apellidos, conformistas, relajados, a veces con el dedo señalando, ruidosos, algunos quejicosos, pero la mayoría cada uno a su rollo y aquí nos conocemos todos. Dicen, también, que somos solidarios, buena gente, hospitalarios, legales, leales, sociables, optimistas, de todo opinamos, ni muertos callamos, generosos, muy nuestros, muy de defendernos ante otros mientras nos despellejamos entre nosotros, muy de pasar de otros, por cierto, poco implicados en la cosa pública y muy involucrados en las pasiones que nos llenan. Dicen que cuando amamos, somos intensos, cuando en general, no somos muy intensos, y que, con nuestros amigos, a muerte, cuando lo normal es que seamos de pocos amigos. ¿Cómo crees que somos? ¿Qué crees que piensan sobre nosotros los que vienen y van, los que se quedaron? ¿Dejamos huella o somos de pronto olvidar? Sí, nosotros acostumbramos a decir que somos los mejores en todo, que tenemos la mejor ciudad, la mejor comida, la mejor gente, la retahíla de siempre, pero ¿crees que todo el mundo piensa igual? ¿Cómo somos los de Badajoz?