De la noche a la mañana se cerró el aparcamiento de la calle Stadium por discrepancias entre la asociación que lo gestionaba y el ayuntamiento -como dueño de este espacio- y los conductores se quedaron con una rueda delante y otra detrás esperando una alternativa. Anunciada estaba la obra del Corredor Verde que abarca lo que fueron las instalaciones deportivas de la OJE, pero faltaban meses para que empezase, como así ha sido, y no hubiese costado nada mantener el recinto abierto para que pudiesen seguir estacionando los coches, pues dentro quedaba poco por destrozar. A nadie se le ocurrió, a pesar de que día tras día aparcar en el centro de Badajoz se ha convertido en una misión casi heroica que acaba con la paciencia del conductor más tranquilo.

La falta de espacios donde dejar el utilitario en las calles más transitadas es un problema común en todas las ciudades. En el centro de Badajoz se ha ido agravando con el paso del tiempo, a medida que han ido desapareciendo huecos que no han cubierto proyectos que no acaban de cuajar. No todo el mundo puede acercarse al centro caminando, porque Badajoz abarca mucho más allá de la autopista y Circunvalación. Para quien trabaje en el centro en horario de mañana y tarde y viva en la margen derecha, quien tenga que llevar a sus hijos al Conservatorio, hacer papeleos en Hacienda, resolver una consulta en el servicio de recaudación municipal o realizar una compra apresurada en alguna tienda de la calle Menacho, sacar el coche es su única o mejor solución. Desafortunadamente, el autobús urbano no es una alternativa útil para aquellos que no disponen de tiempo, aunque su precio sea muy competitivo. La bicicleta es un medio de transporte de uso individual para el que además esta ciudad aún no está preparada por la ausencia de carriles bici con continuidad. Menos aún lo es el patinete, cuyo uso genera muchas dudas y más riesgos.

Sacar el coche a diario es una necesidad para muchos pacenses y aparcarlo, un verdadero suplicio. El aparcamiento subterráneo de la plaza de Conquistadores fue el último que se inauguró tras muchos años de disputas con la concesión que alargaron la obra. En el camino siguen proyectos anunciados que no acaban de hacerse realidad: en la calle Prim, en la calle Alconchel, en la avenida Sinforiano Madroñero primero y en Godofredo Ortega después, junto al Palacio de Godoy o en el baluarte de San Pedro. Todos se han quedado en anuncios, que se repiten programa electoral tras programa electoral. Mientras tanto, desaparecen solares donde se permitía estacionar. El de la calle Prim ha ido encogiendo a medida que se levantaban los edificios de viviendas de este plan especial, por muchos años que está tardando. Hasta la pequeña parcela de enfrente está ya edificada. El de mayor repercusión ha sido el de la calle Stadium, donde cabían 600 coches. Tampoco se puede aparcar en el solar que ocupó el colegio Virgen de Bótoa, donde estuvo permitido dejar el coche a quienes se vacunaban en el palacio de congresos.

Ahora el ayuntamiento busca un descampado sin uso donde poder aparcar mientras dura la obra del Corredor Verde, aunque el concejal de Gabinete de Proyectos, Jaime Mejías, reconoce resignado que va a ser difícil encontrarlo, por más que revisa el plano. No hay paz para los conductores. Resolver el problema de aparcamiento en el centro de Badajoz debería haber sido una prioridad desde hace tiempo para el equipo de gobierno municipal. Mucha plataforma única, que bienvenida sea, mucho espacio verde pegado a la muralla, maravillosa idea, mucho carril bici mixto sobre el papel y mucho ganar espacio para los peatones. La realidad es que a diario cientos de coches recorren el centro en una búsqueda desesperada de un espacio suficiente en el que quedarse estacionados, para desesperanza de sus conductores, que no sacan el vehículo de casa por capricho. Ya les gustaría que fuese de bolsillo, del mismo del que sale el gasto de combustible para seguir dando vueltas o pagarse un párking.