En la nueva Agrupación Vecinal de Badajoz y Poblados tienen claro que el bando municipal a través del que, por primera vez, se regulan las fiestas y actividades al aire libre en las barriadas y poblados, de la ciudad supone un «antes y un después» para este tipo de celebraciones, que, según advierten, «peligran» por los «inasumibles» requisitos que las asociaciones de vecinos deben cumplir.
El bando entró en vigor el pasado mes de mayo y desde entonces ya se han suspendido las fiestas en cuatro barrios: Cerro de Reyes, La Paz, San Roque y Suerte de Saavedra. En todos los casos las razones para la cancelación han sido las mismas: la imposibilidad de afrontar los gastos que conllevan las contrataciones de seguros y de vigilancia privada, que se exige si el aforo supera el centenar de personas.
«No pedimos que no haya ninguna regulación, pero no se nos puede exigir lo mismo que a empresas privadas, porque son actividades de convivencia, sin ánimo de lucro», expone el presidente de la agrupación vecinal, Anselmo Solana. En este sentido, recuerda que hay muchas asociaciones que ni siquiera tienen sede vecinal y tienen que utilizar otros espacios para desarrollar sus actividades y ninguna presupuesto suficiente para los gastos extraordinarios que implican las exigencias que se les requieren. En el caso de los poblados, donde no se ha suspendido ninguna la situación es diferente, pues son los ayuntamientos pedáneos las que las organizan y no los vecinos.
El Ayuntamiento de Badajoz insiste en que el bando solo se limita a reunir la normativa de todas las administraciones con respecto a estos festejos y que no incluye ningún requisito nuevo. Sin embargo, las asociaciones de vecinos aseguran que hasta su publicación -«después de las elecciones municipales», apostillan- nunca había sido «tan estricto» como ahora.
«No entendemos que surja ese interés desmedido, cuando saben de sobra que no tienen presupuesto para contratar seguros de responsabilidad civil y vigilancia», apunta Solana, quien critica que el ayuntamiento exija a los colectivos vecinales que cumplan, cuando el equipo de gobierno «no cumple con el Reglamento de Participación Ciudadana», aprobado en pleno por unanimidad y pendiente de desarrollarse casi tres años después.
«Yo no digo que quieran cargarse al movimiento vecinal, pero con estas exigencias lo perjudican, porque hay fiestas que están muy arraigadas en los barrios y el bando solo dificulta que se sigan celebrando», señala el presidente de la agrupación vecinal.
Las asociaciones de vecinos urgen que esta situación se resuelva para que no se sigan sucediendo las suspensiones de las fiestas de los barrios, por lo que han solicitado una reunión con el alcalde, Ignacio Gragera, para abordar este asunto. «Son actividades que se celebran una vez al año, que crean identidad y pertenencia a un barrio y entendemos que el ayuntamiento debería ser flexible con este tipo de normas», argumenta Solana.
La agrupación vecinal se muestra abierta al diálogo para abordar las repercusiones del bando y también para conocer «qué modelo de participación ciudadana quiere el ayuntamiento», porque a las asociaciones no les basta con acoger e sus locales actividades y talleres, quiere «ayudar y proponer para hacer juntos ciudad».
En el Gurugú preocupa su belén viviente
En la Asociación de Vecinos del Gurugú están preocupados por las consecuencias que el bando municipal pueda tener en su belén viviente, que cada mes de diciembre representan en sus calles desde hace más de 60 años. «Si tenemos que contratar vigilancia privada es inasumible para nosotros, son dos días, utilizamos muchos espacios... Se nos iría la mitad del presupuesto solo en eso», asegura su presidente, Ricardo Cabezas. Esta representación moviliza a cerca de un centenar de vecinos y atrae a miles de espectadores. Es el belén viviente más antiguo de Badajoz, pero, según Cabezas, la subvención municipal que reciben es la misma desde hace 30 años: 3.000 euros. El presidente vecinal insiste en que no pueden afrontar «costes añadidos», salvo que la ayuda se incremente. Cabezas considera que el bando «ataca» al movimiento vecinal. «Nos sentimos defraudados».