El pasaje comercial de Menacho es, desde hace algo más de una semana, hogar de un sintecho. Por las noches duerme en las instalaciones y durante el horario comercial desaparece, pero deja en el pasillo de entrada al enclave sus pertenencias, mantas y cartones. «Cuando llega el invierno ya sabemos lo que toca», dicen los empresarios de los cinco locales abiertos. Hay siete disponibles pero dos de ellos permanecen cerrados.
«Este año es uno pero hemos tenido hasta siete durmiento aquí», afirman. Joaquín Sancha, de Sancha Tradición Popular, afirma ser consciente de que «el pasaje es un buen refugio ante las temperaturas más frías» pero alega que es «vergonzoso» recibir a clientes entre los restos que se quedan en el pasillo de acceso a los locales. «Hay ríos de pis y a veces, vómitos», afirma.
Belén Sorribas tiene una empresa en el recinto. «Cuando llego por la mañana a veces es de noche aún. Vengo con respeto porque no sabes qué te vas a encontrar». Ambos coinciden en que el carácter del hombre es poco agresivo aunque en alguna ocasión se ha encarado con personas que le han hablado y con la propia policía. «Te deja mal sabor de boca porque le quieres ayudar, pero no se deja. Él no molesta pero la situación es insalubre».
Los comerciantes se han puesto en contacto tanto con policía como con el Instituto Municipal de Servicios Sociales y ambas instituciones han actuado aunque no ha sido fructífero. Antolín Vázquez, además de peluquero en el recinto, es propietario de un piso en el bloque. «No es agradable pero se nos están agotando las opciones».
Los empresarios le han pedido a los vecinos del bloque que coloquen una reja a la entrada del pasaje «de tal manera que esté abierta en horario comercial y se cierre cuando no haya nadie», pero estos no han aceptado. Consultado por este diario Javier García-Hierro, administrador de la comunidad de propietarios, afirma que son conscientes de las necesidades y esta petición se ha llevado a una de las juntas de propietarios pero la votación no ha sido favorable a los requerimientos ya que «el coste económico es grande».
«Esto es un problema que nos atañe a todos, comerciantes y vecinos», dice Sancha, que muestra su sorpresa ante la negativa de los propietarios ante la demanda ya que «aunque menos, ellos también conviven con los olores, los restos y la insalubridad».