LA ATALAYA

Afinando (XXII)

Fernando Valdés

Fernando Valdés

La novedad de los elementos poliorcéticos reconocibles en las fortificaciones de Toledo y, en concreto, en la puerta Vieja de Bisagra, no es el uso de arcos de herradura, de muy rancia tradición andalusí y que debe atribuirse a los hábitos constructivos de la mano de obra local, bastante conservadora, por cierto. Lo nuevo es la aparición de dispositivos de tiro vertical, inéditos hasta ese momento en la arquitectura militar medieval de la península Ibérica. Alguien podrá argumentar, espero que con pruebas arqueológicas y no solo documentales, la presencia de alguno o parecido en tal o cual sitio. Pero no con la concentración y la técnica de las puertas toledanas. La puerta Vieja de Bisagra, como la parte antigua de la Nueva, se levantó por influjo de las Cruzadas y, seguramente, bajo la dirección de alguien que conocía bien los prototipos levantinos. Y, aunque don Rodrigo Jiménez de Rada intentase por todos los medios desprestigiar a los europeos llegados a auxiliar a Alfonso VIII contra los almohades, no cabe la menor duda -a mí, desde luego, no- de que entre ellos venían arquitectos experimentados en los modos constructivos del oriente mediterráneo. Sorprende, a la vez, la presencia en el mismo recinto de dos torres pentagonales en proa -de acertado nombre, debido a mi respetado Luís de Mora-Figueroa-. Una junto al acceso descrito y la otra en un punto, muy cercano al Tajo, donde, por aquello de las escuelas taller y del turismo, se llevó a cabo una excavación arqueológica hace pocos años. Y, ¡sorpresa!, apareció, enterrada por las crecidas del río, una puerta completa, la llamada del Vado. Su esquema es casi idéntico a la de Bisagra Vieja. Y, lo más importante, conservaba la estratigrafía arqueológica intacta y perfectamente estudiada.

Nada semejante podía verse en los recintos almohades del otro lado de la frontera. Los influjos levantinos los trajeron aquellos técnicos venidos entre Alarcos y las Navas de Tolosa. No todos pasaron, a esas alturas, por al-Andalus. Allí llegaron otros. Y esos se atestiguaron en Badajoz, Cáceres y algún otro lugar, porque los modos organizativos eran distintos y la dinastía norteafricana mantenía unos usos militares diferentes.

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