una actividad de la gran orden para la defensa de la ciudad de badajoz

Ser cívico tiene premio en el Casco Antiguo de Badajoz

Seis alumnos del colegio San Pedro de Alcántara recompensan a los vecinos que cuidan el barrio

Alberto le coloca a Pepe una pulsera por sus buenos actos.

Alberto le coloca a Pepe una pulsera por sus buenos actos. / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Irene Rangel

Irene Rangel

Isabel trabaja en la plaza López de Ayala. Ha salido apenas un momento de su oficina para tirar unos papeles al contenedor indicado y, al darse la vuelta, ha recibido un aluvión de aplausos y estas palabras: «queremos felicitarte por usar el servicio de reciclaje y, como ayudas a la ciudad, te damos este regalito». Se lo dice Dolores Salazar, de once años y alumna del colegio San Pedro de Alcántara. La sorpresa de Isabel es mayúscula, «pero me encanta la idea», dice.

Isabel recibe un regalo por tirar la basura correctamente.

Isabel recibe un regalo por tirar la basura correctamente. / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Toda esta situación forma parte de una actividad del centro en la que varios alumnos luchan contra la suciedad en su barrio. Para ello, han preparado varios paquetes con regalos sorpresa que entregarán a aquellas personas que reciclen correctamente, limpien el orín de su mascota o no dejen la basura fuera del contenedor. Los seis chicos salen a la calle y se apostan en una esquina cercana a contenedores para poder 'vigilar' el comportamiento de los pacenses. «Me encanta esta actividad porque a veces veo las calles sucias y así nosotros hacemos algo por arreglarlo», dice Dolores. 

La directora del centro, Agustina Carmona, va algo más allá. «Se trata de inculcar valores a los niños de Badajoz para que ellos mismos ‘protejan’ la ciudad, es aprendizaje social», afirma.

Los niños vigilan los contenedores de la calle Jose de Gabriel Estenoz desde la plaza López de Ayala

Los niños vigilan los contenedores de la calle Jose de Gabriel Estenoz desde la plaza López de Ayala / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Ella, junto a un grupo de profesores, acompañan a este pequeño ejército en su vigilancia. En apenas media hora entregan seis paquetes de regalo, «se están comportando bien los vecinos», dice Alberto Sales, también de once años, apenas unos segundos antes de ‘asaltar’ a Pepe, un viandante cargado con una bolsa de restos de papel y otra de orgánico. El sobresalto es inevitable; la sonrisa posterior, también. «Se agradece la iniciativa. Sorprende y asusta un poco al principio, pero es genial», afirma este vecino mientras Alberto le coloca la pulsera que le convierte en un miembro más de la Gran Orden para la Defensa de la Ciudad.