‘Acabas de encontrar un tesoro, un tesoro para mí. Me llamo Sandra y soy alumna del CEIP Santa Marina. Hace tiempo leí este libro y tengo gratos recuerdos sobre él. Por eso quiero compartirlo con otras personas’. Este mensaje aparece pegado a la primera página de los cientos de libros que esta semana están escondidos en Badajoz.

Sandra muestra el mensaje que ha pegado en la primera página de su libro. SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Los alumnos de este centro pacense, animados por Cristina Ralo, la responsable de su biblioteca, han decidido celebrar así el Día del Libro. «Queremos hacer una cadena de lectura en la ciudad. Yo he traído dos libros de ‘Tea Stilton’», dice Maya Pérez, estudiante de 4ª de Primaria. 

Los alumnos de 4º de Primaria, a punto de esconder sus libros en el centro. SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Cualquier sitio es bueno para esconderlos: en las ramas de un árbol, tras una papelera, en la silla de la terraza de un bar... la imaginación de los niños es infinita y más si se trata de conseguir el ‘¿quién lo esconderá mejor?’. «Hemos repartido por la zona centro, pero también por otros barrios de la ciudad para que cualquiera pueda encontrarse un libro por sorpresa», explica Cristina. Así, los niños han salido del cole en dirección a Ciudad Jardín, Santa Marina, Sinforiano Madroñero, el parque del Guadiana o los alrededores del Perpetuo Socorro, por ejemplo. «Lo único que queremos es que, cuando se lo lean, lo vuelvan a dejar escondido en la calle. Que jueguen como nosotros», exclaman Gael Osorio y Helisa Días, también estudiantes de este colegio. 

Gael encabeza la 'expedición librera' por las calles del Casco Antiguo. SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Cristina afirma que hubiera sido imposible hacer esto sin el apoyo del hogar. «Necesitábamos la colaboración y generosidad de las familias. Sin sus donaciones no se podría llevar a cabo este proyecto». Estas cesiones han llegado también de padres y abuelos, por lo que también había libros de temáticas para adultos. 

Carlos Ruiz Zafón dijo en ‘La sombra del viento’ que «nada en esta cochina vida vale dos duros si no tienes alguien con quien compartirlo». Estos niños lo saben bien. Tengan los ojos abiertos estos días si pasean por la ciudad, se podrán llevar a casa un tesoro como el de la isla de Robert Louis Stevenson... en forma de libro.