13 años de país en país

¿Quién es el pianista errante que ha dejado boquiabierto a Badajoz?

David Martello recorre el mundo con un piano y una bicicleta. Su visita a la ciudad ha incendiado las redes sociales.

David Martello tocando al atardecer sobre el Puente de Palmas.

David Martello tocando al atardecer sobre el Puente de Palmas. / DAVID MARTELLO

Irene Rangel

Irene Rangel

Cuando usted esté leyendo este reportaje, David ya estará en Madrid. O en Barcelona. O en el sur de Francia. No lo tiene claro porque es un espíritu libre, va a donde le lleva el viento, siempre «huyendo del calor», dice entre risas cuando hablamos por teléfono.

El pasado domingo las redes sociales se llenaban de videos y fotografías que mostraban a un hombre tocando un piano de media cola en un marco incomparable: el Puente de Palmas a la hora del ocaso. Ningún medio de comunicación consiguió verle en directo, sus actuaciones han sido pequeñas sorpresas, dos atardeceres de música en directo sobre el Guadiana a los que solo han podido acceder los que, de chiripa, cruzaban el puente en ese momento. Sin anunciarlo ni publicitarlo, el músico misterioso le ha regalado a decenas de pacenses el momento más bonito de toda la primavera.

Él es David Martello, un músico italoalemán de 42 años. No solo ofrece estampas increíbles acompañadas de la mejor banda sonora, que ya es sorpresivo, sino que además transporta su instrumento enganchado a una bicicleta. «Solo es un piano eléctrico con ruedas, un gran altavoz dentro y una batería que dura mucho, todo pegado a una bicicleta. Para mí no es sorprendente», dice, sin ser consciente del todo del asombro que provoca en quienes le ven pasar. De esta forma ha recorrido 40 países del mundo, incluidas varias zonas de conflicto. Su última visita a Ucrania todavía le remueve sentimientos. No solo ha tocado sobre suelo en guerra, también ha prestado su piano a refugiados para que toquen y olviden su situación durante un rato.

David toca en la frontera entre Polonia y Ucrania. Imagen de sus redes sociales.

David toca en la frontera entre Polonia y Ucrania. Imagen de sus redes sociales. / David Martello.

Su estancia en Badajoz ha sido una casualidad. David se mueve por el mundo con un coche y un tráiler de varios metros de largo que le sirve de ‘casa rodante’: dentro lleva su piano, la bici, una cama y hasta a su gato, Kiwi, que le acompaña en todas sus aventuras. El domingo, cuando venía de pasar unos días en Portugal, se enamoró de las vistas del Guadiana. «Me encanta tocar sobre los puentes». Aparcó el coche y el camión en San Roque, enganchó el piano a la bici y el resto es historia. «Badajoz me ha enamorado pero me he tenido que ir porque no quería molestar al paso de las procesiones por el puente. Tengo que volver».

¿Por qué ha elegido este estilo de vida? Martello asegura que no es un músico tradicional. Lleva 13 años dándole vueltas al globo «con la única excepción de los meses de pandemia, cuando volví a mi casa de Alemania». En algunos lugares repite, a otros no vuelve. «Me sentiría mentalmente atascado si viviera en una sola ciudad. Soy una persona curiosa y necesito diferentes motivaciones en mi vida». El pianista habla también de soledad, el contrapunto a las miles de historias que contar que lleva en su mochila. «Que es divertido no se puede negar, que es una vida solitaria, tampoco. Lo que pasa es que cuando empiezo a tocar y veo las caras de la gente, se me olvida».

Segundo anochecer de David en la ciudad.

Segundo anochecer de David en la ciudad. / David Martello.

La vida del pianista no es sencilla, afirma. Le desestabiliza desde un escalón, que puede hacer que vuelque su piano (como ya le pasó en la ciudad de San Francisco) hasta que no haya máquinas expendedoras de comida. «Yo vivo de las propinas, ¡imagínate la cara de los cajeros del supermercado! Al final siempre como comida de máquina». Esas monedas son su llave al mundo, «además es muy seguro viajar con ellas, ¿quién quiere robar una bolsa de monedas?», cuenta divertido. ¿Es posible mantenerse de las donaciones del público? Es rotundo. «En España no, pero al menos la visita no me ha salido ‘a pagar’. He disfrutado y me he podido mantener, objetivo cumplido».

Colgamos el teléfono. David está en Navalmoral de la Mata, donde ha parado para responder a esta entrevista. Sigue sin tener claro cuál será su siguiente destino. Solo la música guía sus pasos.