ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LAS hermanitas de los ancianos desamparados

150 años al lado de los mayores

Han atendido a más de 9.000 ancianos de Badajoz desde su fundación

Las ocho religiosas de la congregación que viven en Badajoz

Las ocho religiosas de la congregación que viven en Badajoz / S. GARCIA

Irene Rangel

Irene Rangel

A las 5.45 horas de la mañana suena el despertador de la Madre Elena. La mayoría de los días ya tiene los ojos abiertos porque «tiene ‘la hora cogida’». Es el momento en el que todas las hermanas de la congregación se ponen en marcha para afrontar un nuevo día que empieza, claro está, con la oración de la mañana.

La congregación Hermanitas de los Ancianos Desamparados cumple 150 años de labor por los mayores del mundo, 143 de cuidados en la ciudad: fue en 1880 cuando desembarcaron en Badajoz. Desde entonces se han hecho cargo de 9.845 ancianos «que están en nuestra casa para ser parte de nuestra gran familia, así que los quieres a todos por igual» afirma la Madre Elena.

Las ocho religiosas que dan servicio actualmente en la residencia no están solas en su trabajo diario: las instalaciones cuentan con 72 trabajadores para atender a los 185 usuarios que tienen actualmente. El compromiso que tienen con ellos es su motor diario. «La función de una Hermanita es muy significativa, preciosa. Una Hermanita siempre tiene que estar dispuesta para amar, servir y cuidar a cada anciano» afirma la Madre Elena. Ella lo sabe bien. Llegó a Badajoz hace seis años, justo después de fallecer su padre. Llevaba fuera desde los 15, tiene más de cincuenta. Natural de Fregenal de la Siera, la noticia de que volvía a su tierra fue un bálsamo. «Pude ocuparme de mi madre, que pasó conmigo aquí, en la residencia, sus últimos dos años. Fue como un regalo». Afirma que sabe que pronto la trasladarán porque así es la vida de servicio a los demás.

Sor Seenabeth lleva nueve años en la congregación aunque es la recién llegada a la casa pacense: vive aquí desde hace cuatro meses. «Mi vocación comenzó cuando mi abuela estaba enferma y la tuve que cuidar, ahí me di cuenta de que muchas personas mayores necesitan ayuda y cuidados, no solo corporales sino también de afecto». Poco tiempo después encontró esta congregación. «Me maché un mes a Manila para aprender de las Hermanitas. Realmente me encantaba estar cuidando a las abuelitas, me llenaba de orgullo y felicidad mi entrega hacia ellas y ser correspondida con tanto cariño». El resto es historia. 

BADAJOZ. LAS HERMANITAS DE LOS ANCIANOS DESAMPARADOS CUMPLEN 150 AÑOS EN LA CIUDAD, RESIDENCIA DE MAYORES VIRGEN DE LA SOLEDAD, MONJAS, MONJITAS,

«Somos una gran familia» / S. GARCIA

Su casa, la residencia, está organizada en cinco ‘departamentos’ en los que se clasifica a los usuarios que llegan. Dos de ellos son para los ancianos a los que llaman «válidos», otros dos destinados a residentes que necesitan atención en su totalidad y un quinto para los usuarios que padecen algún tipo de demencia o trastorno psíquico y que necesitan ayuda para todas las actividades básicas de la vida diaria. Cada uno de estos departamentos está a cargo de una Hermanita, que coordina el trabajo diario con los auxiliares y cuidadores. A las 9.00 horas, tras haber bañado a todos los residentes, llega la hora de ir a Misa. Acude todo el que desea, incluidos los familiares de los usuarios que están de visita. Tras ella, actividades de terapia ocupacional, revisiones de enfermería... son sus tareas del día a día, las mismas que repiten por la tarde. «Sentimos mucha responsabilidad, queremos responder a las necesidades de todos. Yo me siento como una madre de familia que vela por los que viven aquí» confiesa la Madre Elena. 

Remedios Romero, usuaria del centro, atestigua este comentario. «Siento que me comprenden. Siempre están pensando en hacer cosas para que nosotros nos divirtamos entre nosotros y con ellas, y eso se lo agradezco mucho». Remedios cuenta que ella pidió ingresar en una residencia porque no podía soportar estar sola muchas horas al día. «Padezco de ansiedad y lo pasaba muy mal en casa, mis hijos estaban trabajando y no podían estar conmigo el tiempo que yo requería. Yo ayudo en lo que puedo en las tareas de la residencia y así me siento útil y estoy ocupada. Además me dan libertad para salir cuando quiero del centro para pasar el día con mi familia o de compras», añade.

Les pedimos echar la vista atrás. ¿Con qué recuerdo se quedan de su vida en Badajoz haciendo su labor? La Madre Elena no lo duda. «Un momento importante que jamás olvidaré fue cuando se declaró la pandemia del coronavirus, lo vivimos con mucha preocupacióny responsabilidad. Trabajamos siempre unidas con todos nuestros empleados, a los que estamos inmensamente agradecidos por su apoyo incondicional. Reinaba la generosidad y la entrega a los ancianos». Vuelve a pensar en los demás, es intrínseco de su vocación. 

Remedios resume su espítiru perfectamente. «Siempre que necesito a las Hermanitas, ellas están ahí».