La calle Menacho de Badajoz se blinda contra los 'meones' en Carnaval

Las comunidades de vecinos empezaron a colocar cierres y se han sumado las tiendas

Una tienda con cerramiento en la calle Menacho.

Una tienda con cerramiento en la calle Menacho. / LA CRÓNICA DE BADAJOZ

Ascensión Martínez Romasanta

Ascensión Martínez Romasanta

Llegar el lunes a tu tienda y encontrarte con que se ha convertido en un urinario improvisado por carnavaleros con incontinencia que se han adueñado de tu fachada la noche anterior para dar rienda suelta a sus necesidades más primarias. La imagen además de desoladora es pestilente y difícil de solventar, pues la suciedad y el olor se impregnan con tal fuerza que pueden prolongarse durante días por mucho que se frote. Para evitar esta situación, comerciantes de la calle Menacho cuyas tiendas no siguen la línea de las fachadas sino que tienen un entrante que invita al refugio, han decidido blindarse contra los 'meones', colocando protecciones rígidas de madera. Imitan a las comunidades de vecinos de la misma calle que lo vienen haciendo desde hace algunos años y que, a su vez, copiaron la idea de los soportales de la calle Zurbarán, que durante años fue el meadero oficial del botellón de San Atón durante el Carnaval y cuyos vecinos tuvieron que adoptar estas medidas por seguridad y para evitar convertirse en urinarios públicos permanente todas las madrugadas carnavaleras.

Una comunidad de vecinos con cierre provisional por el Carnaval.

Una comunidad de vecinos con cierre provisional por el Carnaval. / LA CRÓNICA DE BADAJOZ

En Menacho empezaron un par de portales, pero el problema se repite cada año, pues la céntrica calle es lugar de paso de carnavaleros entre los escenarios donde se desarrolla la fiesta y por su proximidad al paseo de San Francisco, que congrega a miles de personas, ahora solo el sábado, pero también el domingo en ediciones pasadas. El presidente del centro comercial abierto de Menacho, Félix Retamar, apunta que colocar este cerramiento puede ser costoso para los vecinos y sobre todo para los comerciantes, pero si lo hacen es porque les compensa. En las comunidades de viviendas, cada vecino tiene una llave de la puerta habilitada en el cerramiento.

La iniciativa no ha estado exenta de cierta polémica, pues algunos comerciantes han criticado que si otros adoptan esta protección, entonces sus tiendas se ven más expuestas a los ‘meones’. Retamar replica que en sus manos está tomar la misma medida y proteger sus entradas «porque la gente se refugia donde menos se le vea». Retamar está convencido de que la iniciativa es efectiva. «Es preferible colocar el cierre que después tener que limpiar, porque al día siguiente hay que abrir el negocio». La solución definitiva pasaría por la concienciación ciudadana, «porque eso no se puede hacer», pero Retamar sabe que al que le entra el apretón en San Francisco no espera las colas de los aseos públicos saturados.