TRAS CUATRO DÍAS DE JUICO EN LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE BADAJOZ

El jurado popular comienza a deliberar este viernes sobre el crimen de Feria

Tendrán que dirimir si el disparo que acabó con la vida del ganadero durante el asalto a su cortijo fue o no accidental

Los procesados durante la vista contra ellos en la Audiencia Provincial de Badajoz.

Los procesados durante la vista contra ellos en la Audiencia Provincial de Badajoz. / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Belén Castaño Chaparro

Belén Castaño Chaparro

Tras cuatro intensas sesiones de juicio en la Audiencia Provincial de Badajoz, los miembros del jurado popular empezarán este viernes a deliberar sobre la culpabilidad o inocencia de los seis procesados (tres hombres y tres mujeres) por la muerte a causa de un disparo en el pecho de un ganadero durante el asalto a su finca de Feria el 10 de mayo de 2020, en el que él y su mujer fueron maniatados y retenidos por los varones, mientras que sus parejas los esperaban en Zafra para huir juntos.

En sus conclusiones finales, la fiscalía mantuvo su petición de 28 años y medio de prisión para los tres hombres, que están acusados de homicidio, robo con violencia agravado por el uso de armas, detención ilegal, hurto de vehículo y lesiones. La acusación particular, en manos de Miguel Cristo, añade un delito de lesiones psíquicas a la viuda y eleva a 38 años y 9 meses de cárcel la pena para cada uno de ellos. Ambas partes solicitan que se tengan en cuenta los agravantes de empleo de disfraz (dos de ellos iban con pasamontañas) y aprovechamiento de la situación y el lugar (por estar el cortijo en un pareja aislado y asaltarlo de noche).

Para las tres mujeres imputadas, el ministerio público ya rebajó las penas de prisión a 30 y 24 meses al considerarlas solo cómplices. El abogado de la familia también lo hizo ayer en su informe final, aunque solo para una de ellas, la entonces pareja del autor del disparo mortal, D. G. C., pues cree que su participación en los hechos fue menor. 

Así, para ella solicita 3 años de cárcel, mientras que para las otras dos, a los que imputa mismos delitos que a los hombres, salvo el de homicidio, pide 21 años y 9 meses de prisión.

Tanto la fiscalía como la acusación particular defendieron que las pruebas practicadas durante las cuatro sesiones no dejan lugar a dudas de que los procesados tenían un plan preconcebido y violento, que partió de A. J. M. M. y su entonces pareja, al que se unieron para ejecutarlo J. M. R. y su mujer, y al que sumaron a D. G. C, «que arrastró a su novia». 

Las acusaciones consideran que ha quedado acreditado que la muerte del ganadero no se debió a un disparo «accidental», sino que fue la reacción violenta a su negativa a decirles donde estaba la caja fuerte para apoderarse de más dinero del que ya habían encontrado en la casa, 40.000 euros. En este sentido, calificaron de «inverosímil» la versión del tropezón del tirador, que, aunque fue quien apretó el gatillo, no es el único autor de la muerte del hombre, «los tres son autores». 

También coincidieron en la «crueldad» demostrada por los acusados durante la planificación y la ejecución de los hechos, quienes actuaron con sus facultades plenas, como señalaron los forenses durante la vista.

Por su parte, las defensas, ejercidas por Inmaculada Badajoz en el caso de D. G. C; Isabel Moreno, en el de A. J. M. M., y José Duarte, en el de los otros cuatro acusados, insistieron en que el tiro mortal fue «accidental», que sus defendidos no iban armados cuando llegaron a la vivienda, pues nunca actuaron «con ánimo de matar», y que el tirador creía que la escopeta estaba descargada. Duarte y Moreno defendieron que solo D. G. M. «disparó sin querer» y que sus representados no pudieron hacer nada por evitarlo, por lo que no son responsables del homicidio.

La abogada de D. G. C. planteó que, en el caso de su cliente, sean tenidas en cuenta las atenuantes de confesión, drogadicción y la eximente completa de inteligencia límite, mientras que la letrada de A. J. M. M., planteó la de drogadicción para el suyo. 

En su turno final de palabra, además de pedir perdón a la familia de la víctima, los procesados insistieron en las tesis de sus defensas. «Se nos fue de las manos, pero no íbamos a eso (matar).

"Haciéndolo bien, pegamos un pelotazo"

Antes de sus últimas palabras ante el jurado popular, sus miembros habían podido escuchar los audios de Whatsapp que se intercambiaron algunos de los acusados antes, durante y después del asalto al cortijo de Feria y la muerte del ganadero. Aunque ya se había avanzado parte de su contenido, este jueves se reprodujeron en sala. La mayoría de las conversaciones son entre A. J. M. M. - extrabajador de la finca y al que las acusaciones consideran, junto a su entonces pareja, el ideólogo del golpe- y J. R. M., quien junto con el primero planeó cómo ejecutarlo. También la mujer de este último y A. J. M.M. se envían mensajes sobre el plan del robo. 

Varios meses antes del asalto ya hay audios en los que A. J. M. M. da información detallada del cortijo y las costumbres de sus propietarios (llega a decir que la mujer hace un tarta de almendras muy buena). También hablan de cómo llegar hasta la finca y deciden que los lleve la mujer de J. R. M; de contar con un tercero al que se refieren como «sicario», que será quien simule una avería en el coche y llame a la casa; de dónde dejar los coches -eligen Zafra en lugar de Feria porque allí pasarán más desapercibidos- e incluso de hacia dónde correr si llega la Guardia Civil. A. J. M. M. insiste en que él no puede hablar para que no lo reconozcan.

Pero sobre todo en los audios reproducidos se les escucha hablar de dinero y de los medios que emplearán para conseguirlo si el ganadero no les abre la caja fuerte, la que buscaron a la desesperada y con la que no llegaron a dar. «Haciéndolo bien, pegamos el pelotazo», le dice el extrabajador de la finca a su compinche. Este cree que hay mucho dinero y habla de cifras muy dispares: desde 5.000 euros hasta los 300.000. «Hay que moverlo todo, registrarlo todo», dice. «Hay que ir a hierro, para adelante», anima su interlocutor. 

También en los audios se les oye hablar, entre risas, de manera muy despectiva de las víctimas, a las que se muestran dispuestos a «amarrar», dar «trallazos» y «pechugazos» para acceder a la vivienda. «Billete o muere», llegan a decir.

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