TERCERA SESIÓN DEL JUICIO EN LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE BADAJOZ

Crimen de Feria: los asaltantes no llegaron a encontrar la caja fuerte con 105.000 euros que había en la vivienda

La Guardia Civil asegura que ese era su objetivo y que fue "una búsqueda a la desesperada". Las secuelas de la viuda del ganadero por estos hechos "no mejorarán con el tiempo", según los forenses

Los seis acusados, este miércoles, en el banquillo de la Audiencia Provincial de Badajoz.

Los seis acusados, este miércoles, en el banquillo de la Audiencia Provincial de Badajoz. / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Belén Castaño Chaparro

Belén Castaño Chaparro

Ya se habían apoderado de 40.000 euros, pero no les bastaba. Estaban seguros de que había más dinero, buscaban una caja fuerte camuflada dentro de la casa, pero no la llegaron a encontrar. Fue una búsqueda «a la desesperada», revolvieron todas las estancias, movieron los armarios y sacaron todos los cajones, pero no dieron con ella. La caja fuerte existía, estaba empotrada en una pared detrás de uno de los pocos muebles que no desplazaron y contenía 105.000 euros. 

Así lo señalaron ayer los peritos del laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil en la tercera sesión del juicio con jurado popular que se sigue en la Audiencia Provincial de Badajoz contra los seis acusados del crimen de un ganadero en su finca de Feria el 10 de mayo de 2020. Estos especialistas fueron los encargados de inspeccionar y recoger indicios en el escenario tras el trágico suceso y no tienen dudas de que el objetivo de los asaltantes era la caja fuerte. Dos de ellos llevaron al dueño de la casa hasta un sótano. Creían que estaba allí. No se equivocaban. Había una, también empotrada en la pared. La arrancaron y forzaron, pero estaba vacía. Por eso, regresaron a la vivienda, en la que el tercero se había quedado vigilando a la mujer del ganadero e intentaron que este les dijera donde estaba.

Fueron encontrando algunos fajos de billetes de 500 euros, pero no el gran botín con el que contaban. El fallecido les dijo que la caja fuerte la había trasladado a su casa de Badajoz, «pero no los convenció». El clima de violencia iba en aumento y se produjo el disparo mortal, lo que los hizo huir, no sin antes maniatar a la viuda para evitar que pidiera auxilio, para lo que utilizaron el vehículo de la víctima. 

Según la Guardia Civil, el escenario del crimen y las pruebas obtenidas refrendan el relato que hizo la mujer de los hechos. Dentro y fuera de la casa se encontraron cartuchos sin percutir; en la ventana había restos de sangre de la viuda, porque la abrió tras el crimen para asomarse por si seguían fuera, lo que desmontaría la versión del autor del disparo, D. G. M. de que el ganadero los vio desde el interior de la casa, salió y se abalanzó sobre uno de ellos. 

En la manga del pijama del fallecido se hallaron restos orgánicos con ADN del ganadero y de D.G. M. , y también de este último en una colilla extraída de un cenicero. Además, en la palanca del freno de mano del coche usado para huir, se halló ADN de A. M. J. J., otro de los procesados y extrabajador de la finca.

Los hechos vividos la noche del 10 de mayo por la mujer del ganadero le provocaron un trastorno por estrés postraumático del que, según los forenses, pese al tratamiento recibido, tiene "secuelas que no van a mejorar con el tiempo». Estos, según los expertos, hace que su vida haya quedado «limitada» en todos los ámbitos.

"El tirador estaba frente a la víctima y apuntándola"

El ganadero de Feria recibió un disparo a una distancia de entre medio metro y un metro (nunca más) mientras estaba de pie e inmóvil y «el tirador se encontraba frente a la víctima y apuntándola» cuando apretó el gatillo. Es lo que se desprende de los informes de los forenses que realizaron la autopsia y los especialistas del laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil, que ayer coincidieron en que el disparo «fue perpendicular al cuerpo del fallecido y paralelo al suelo», pues de otra forma la herida que presentaba no hubiera tenido forma redonda. Tras el impacto cayó hacia atrás.

A juicio de los agentes, «no hay indicios» de que el autor del tiro, D. G. C., tropezara. Es más, si como relató el primer día del juicio, hubiera dado un paso atrás porque el fallecido se abalanzó sobre otro de los procesados, según los expertos, el tiro se hubiera producido a más de un metro, y eso «se descarta». Además, los expertos creen que el ganadero adoptó una posición de «protección» hacia su mujer ante la violencia de los asaltantes, situándose entre la esquina de la chimenea y un sofá, por lo que tenía «muy poco margen de maniobra» para haberse movido.

También consideraron «inverosímil», que como dijo el acusado, su dedo estuviera fuera del puente y con el tropezón acabara apretando el gatillo de la escopeta.

El tiro impactó en la parte superior del pulmón izquierdo, que estalló, lo que le provocó una hemorragia interna a la víctima y causó su muerte casi instantánea, según los forenses. En el cadáver se apreciaban otras lesiones, una en forma de L en la mandíbula, «compatible» con un golpe propinado con una pistola de aire comprimido (que es la Guardia Civil sostiene que llevaba D. G. C.), y en sus muñecas había señales de haber estado maniatado con cuerdas.

Sin las facultades alteradas

Por su parte, los forenses de Sevilla que realizaron el informe para valorar situación mental del autor del disparo aseguraron que D. G. C. no tenía sus capacidades volitivas y cognitivas alteradas en el momento de los hechos y que la combinación de alcohol, drogas y medicamentos, que el mismo dice haber consumido ese día, no podía ser tal, pues esa ingesta de tóxicos «no es compatible» con la narración cronológica y los detalles que aporta sobre lo sucedido esa noche en la finca ni con los kilómetros que condujo al volante de su vehículo. «Tiene inteligencia límite, pero suficiente capacidad para distinguir el bien y el mal y decidir sobre su conducta y saber cuáles son sus consecuencias», concluyeron los expertos.

También, según su informe, A. J. M. M., extrabajador de la finca y, según la Guardia Civil, al mando del plan de asalto junto a J. M. R. G., tenía «in tactas» su capacidades de actuar y querer, a pesar de la drogodependencia que alega.

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