SEGUNDA SESIÓN DEL JUICIO ENLA AUDIENCIA PROVINCIAL DE BADAJOZ

La Guardia Civil cree que el disparo que mató al ganadero de Feria no fue fortuito

Los investigadores creen que dos de los acusados planearon el asalto y recurrieron al tercero como "sicario". Consideran que sus parejas participaron en el plan, "preconcebido y violento". Uno de los procesados envió mensajes y fotografías de los billetes por Whatsapp en pleno robo

Los acusados durante el juicio en la Audiencia Provincial de Badajoz.

Los acusados durante el juicio en la Audiencia Provincial de Badajoz. / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Belén Castaño Chaparro

Belén Castaño Chaparro

No iban a robar cochinos, sino el dinero que había en la casa y el disparo no fue fortuito, sino la reacción violenta a la negativa de la víctima a darles más. Los investigadores de la Guardia Civil aseguraron ayer, en la segunda sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Badajoz contra los seis acusados por el crimen de un ganadero de Badajoz en Feria en mayo de 2020, que los procesados comenzaron a preparar el asalto meses antes y que estaban dispuestos a utilizar los medios de fuerza que fueran necesarios para lograr su botín: «Hay que entrar a hierro y apuntarles con la de los ojitos negros (en referencia a una escopeta de dos cañones)». No tienen dudas de que fueron armados al cortijo, de donde, además se llevaron otras armas (ninguna de ellas ha sido recuperada hasta la fecha) ni tampoco de que fue un plan «preconcebido y violento», en el que los inculpados actuaron como grupo organizado y cada uno tenía su función. 

Desde el primer momento, los responsables de la investigación centraron sus sospechas en el entorno laboral de la víctima, porque estaban seguros que conocían la propiedad, y pronto pusieron en su punto de mira a A. J. M. M., extrabajador del fallecido. Había sido despedido a finales de febrero y había mantenido una disputa con otro empleado, al que llamó por teléfono para interesarse por lo ocurrido justo cuando los agentes le estaban tomando declaración al día siguiente del suceso. 

El sospechoso fue interrogado, se le preguntó dónde estuvo y qué hizo esos días, pero sus respuestas no coincidían con los datos que arrojaban las cámaras que habían grabado su coche en Zafra la noche de los hechos ni tampoco con la ubicación de su teléfono móvil que indicaban los repetidores. Mentía y había que tirar del hilo. 

Tras establecer un seguimiento se identificó al resto de sospechosos (dos varones más y tres mujeres, sus parejas) y se intervinieron sus teléfonos. La viuda del fallecido reconoció «sin lugar a dudas» a uno de ellos cómo el hombre que llamó a su puerta, armado con una escopeta, y que los golpeó, amenazó y maniató junto a otros dos empleados. Era D. G. C., autor del disparo mortal al ganadero. Los seis fueron detenidos el 16 de junio de 2020, junto a otro varón que finalmente no fue incriminado por estos hechos. 

Cuatro se negaron a declarar, pero D. G. C. y la pareja del extrabajador de la finca sí lo hicieron. Confesaron el robo y dijeron que el disparo fue accidental. Aunque sostienen que no fueron armados, los investigadores creen que sí, «porque nadie va a una casa en la que saben que hay armas desarmado» y porque el disparo mortal se hizo con una escopeta paralela, pues no se encontró el cartucho en el lugar del crimen, y las de la vivienda eran semiautomáticas (lo expulsan). 

Con el volcado de sus teléfonos móviles se ataron los cabos que faltaban. Según la Guardia Civil, fueron A. J. M. M. y su pareja los que plantearon el robo y el primero y J. M. R. los que planearon como ejecutarlo, para lo que recurrieron a D. G. C. como «sicario», tras descartar a otra persona. El primero prefería que no interviniera nadie más para no tener que repartir el botín, pero el segundo insistió en que era necesario. 

Las conversaciones que mantuvieron entre ellos evidencian, según los investigadores, que las mujeres, fundamentalmente dos de ellas, -las parejas de A. J. M. M. y de J. M. R.- estaban al tanto de todos los preparativos del asalto e intervinieron en ellos (de hecho, la esposa del segundo fue la que los llevó hasta la finca de Feria desde Zafra, donde dejaron aparcados sus coches). «El plan era para robar, pero actuando con violencia para que les diera el dinero», coincidieron varios responsables del caso. De este modo, en sus conversaciones era «recurrente» mencionar el uso de armas, hablar de «amarrar» al matrimonio y referirse al ganadero y su esposa de manera «muy despectiva». Incluso llegaron a hablar de agredir sexualmente a la mujer. Esa violencia verbal, según uno de los guardias civiles, pudo servir de caldo de cultivo para el fatal desenlace del asalto.

Relato del asalto en tiempo real

«Hay perras, hay perras, sabía que llegaría este día.». Es el mensaje de Whatsapp que J. M. R., uno de los acusados del crimen de Feria, envió a su mujer en pleno asalto de la vivienda del ganadero fallecido y su esposa. No fue el único que le mandó mientras registraban la casa y tenían al matrimonio retenido. En otros le escribe: «Hay billetes de 500 euros», «Todos los bolsillos llenos», «Más de 15.000 euros». 

No se limitó a enviar solo mensajes de texto, también fotografías. En el móvil de otra de las procesadas la Guardia Civil halló dos imágenes muy significativas remitidas por el mismo emisor, en las que se pueden ver como unas manos enfundadas en unos guantes sostienen fajos de billetes de 500 euros. El fondo es la encimera de la cocina del cortijo. Las hizo durante el robo, los investigadores no tienen dudas. «Prácticamente fue contando a su mujer cómo iba la cosa en directo», aseguró ayer el responsable de la investigación, que no han podido determinar si tenían un grupo entre todos ellos.

Entre los implicados se produce un intercambio de mensajes y audios a través de Whatsapp antes y después del robo y muerte de la víctima. De ellos se desprende, según la Guardia Civil, que entre A. J. M. y J. M. R hay una relación de cercanía y que sus conversaciones son «intensas» los meses previos al asalto y se reducen después. Hablan del dinero que podría haber en la casa, de que hay billetes de 500 euros e incluso elucubran sobre las hipotéticas cantidades que podrían y cuánto correspondería a cada uno. 

Por el contrario, no existen mensajes referidos al robo de un cochino, que es lo que aducen que los llevó a la finca de Feria la noche de los hechos.

Según los investigadores, en el mes que pasa desde el crimen hasta su detención los varones no mencionan a las víctimas en sus mensajes y audios, pero sí se preocupan por vender las armas supuestamente sustraídas en el cortijo y también por dónde cambiar los billetes de 500 euros por otros más pequeños. Las mujeres sí se refieren en algunas de sus conversaciones a la viuda («Me quedo blanca si me pasa eso a mí», escribió una de ellas), están atentas a las noticias sobre el suceso y la investigación y muestran su temor porque saben que la Guardia Civil sigue su rastro.