Las ermitas de la alcazaba de Badajoz serán centro de recepción de visitantes e interpretación

Las ermitas de Nuestra Señora de la Consolación y del Rosario, en la alcazaba de Badajoz, se convertirán en un centro de recepción de visitantes e interpretación. La Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura ya adjudicado - por importe de 18.000 euros y con plazo de dos meses y medio- la redacción del proyecto básico y de ejecución para restaurar estas construcciones religiosas y adecuarlas para que tengan un uso funcional, una vez recuperadas.

La consejería se comprometió con el Ayuntamiento de Badajoz a licitar la redacción del proyecto de recuperación de las ermitas en 2021, que luego pospuso a 2002. Pero, a principios de este año, derivó esta actuación al futuro Consorcio del Casco Antiguo, en el que están representadas las dos administraciones y al que ambas aportarán fondos. El consorcio sigue sin constituirse, el consistorio reclamaba ese compromiso y Cultura ha decidido retomarlo para «avanzar» en la puesta en valor de estas construcciones religiosas, que se encuentran en estado de ruina, corren el riesgo de sufrir nuevos desprendimientos y están tapiadas para evitar que los actos vandálicos agraven aún más su evidente deterioro.

El proyecto que ya se está elaborando tiene dos objetivos. El primero es definir las intervenciones más urgentes que hay que realizar en las ermitas para rehabilitar las edificaciones; y el segundo, la puesta en valor y definición del uso de las ermitas a través de la recuperación funcional. Es decir, el proyecto, debe contemplar que estas construcciones, una vez restauradas, se utilizarán como centro de recepción de visitantes al recinto de la alcazaba, en el que se incluirá un espacio de interpretación.

Consolidación

Con respecto a las obras de rehabilitación, se determinarán las actuaciones que se deben llevar a cabo para frenar el proceso de deterioro que sufren, con el fin de garantizar la consolidación de los elementos que corren el riesgo de colapsar, evitando así que se pierdan definitivamente. Según explicó la Consejería de Cultura, las actuaciones concretas que determinará el proyecto serán los trabajos que se realizarán en materia de arqueología, así como las restauraciones propiamente dichas de la ermita de la Consolación y de su torreón, del siglo XVI, y de la del Rosario, anterior a la primera. Además, se concretarán las actuaciones para la ordenación y adecuación del entorno.

Estas intervenciones requieren el visto bueno de la Comisión Provincial de Patrimonio, a la que está previsto presentar un anteproyecto para que lo estudie y, lo autorice, si así lo considera, este mismo mes de diciembre. La consejería recordó que la aprobación de Patrimonio es necesaria «para garantizar que el proyecto es compatible con la conservación del espacio monumental», dada la condición de Bien de Interés Cultural (BIC) de la Alcazaba de Badajoz.

Una vez reciba la autorización, se completará el proyecto, para definir el presupuesto necesario para cada una de las intervenciones en las ermitas, tanto para su restauración como su futuro uso. 

El compromiso de Cultura era asumir el coste de la redacción del proyecto, pero no existe, de momento, ningún acuerdo entre ambas administraciones para financiar las obras, que el ayuntamiento estimó hace dos años en unos 1,4 millones de euros, una cifra que, teniendo en cuenta el alza de los materiales y suministros, se presume que será bastante más elevada actualmente.

Un año en la 'lista roja' del patrimonio en riesgo

Las ermitas de la alcazaba cumplen un año en ‘la lista roja’ de Hispania Nostra, una categoría en la que esta asociación, de ámbito nacional, incluye al patrimonio en riesgo de destrucción o desaparición. El comité científico del colectivo, declarado de utilidad pública, atendió la petición de Amigos de Badajoz, para que ambas se incorporaran a este listado por su progresivo y alarmante deterioro. Hispania Nostra concluyó que estaban en ruinas y situación de abandono, pese a lo que ninguna administración había actuado, por lo que era constatable el peligro de destrucción o alteración esencial de los elementos que aún se conservan.