Tras seis jornadas, la vista oral por el crimen del bar JM de Badajoz el día de Navidad de 2019 concluyó este lunes con los alegatos de las partes. Son ahora los nueve miembros del jurado popular los que tienen que dirimir el grado de culpabilidad de J. M. M. C., el autor confeso de los tres disparos que acabaron con la vida del joven de 27 años Jonathan F. H., así como si intentó asesinar al primo del fallecido (F. S. F:), como sostienen la fiscalía y las acusaciones particulares, o solo lo amenazó, como plantea su defensa. Este martes por la mañana empiezan las deliberaciones para emitir un veredicto de unos hechos que han podido ver en imágenes, pues fueron grabado por las cámaras de seguridad del propio local en el que sucedieron.

El ministerio público, en sus conclusiones definitivas, mantuvo su petición de 35 años de cárcel para el procesado: 23 años por asesinato con alevosía, 10 por tentativa de asesinato y 2 por tenencia ilícita de armas. Mientras, las acusaciones particulares, ejercidas por Fernando Cumbres y Tania Ruiz, en sus conclusiones finales, añadieron como agravante el ensañamiento (ya contemplaban la alevosía) por «el daño gratuito, deliberado e innecesario» que el inculpado causó a la víctima al propinarle patadas y golpes en la cara cuando ya estaba agonizando. Los abogados solicitan 39 años de cárcel: 25 años por asesinato con alevosía y ensañamiento, 12 por tentativa de asesinato y 2 por tenencia ilícita de armas (inicialmente pedían 1 año y 9 meses).

Por su parte, la defensa del acusado, en manos de Enrique González de Vallejo y Alicia Díaz, admitió el delito de asesinato, pero pidió que se tuvieran en cuenta las atenuantes de confesión, reparación del daño y obcecación en concordancia con miedo insuperable, y retiró la de intoxicación por consumo de alcohol y drogas. También aceptó la tenencia ilícita de armas, pero negó la tentativa de asesinato contra el primo y solo reconoció un delito de amenazas contra él.

Ni móvil ni motivo

«Es un asesinato de libro», aseguró la fiscal, que en su alegato final calificó los hechos como «un crimen «cruel y vil», para el que no existe «ni móvil mi motivo». En este sentido, consideró que no hubo «acoso ni presión» sobre el hermano del acusado - argumento que la defensa esgrime como detonante para que disparara a la víctima- . Tampoco cree acreditadas las amenazas a su mujer, a su hija de 6 años y al resto de su familia, sino que, por el contrario, ve en los vídeos un ambiente de «confianza», en el que dejaban al fallecido y a su primo «entrar y salir del bar sin problemas», sin avisar a la policía ni invitarles a que se marcharan del establecimiento. 

El único enfrentamiento entre ambos que observa la fiscalía es una colleja que Jonathan propinó al procesado «13 horas» antes del crimen, por lo que no existe «ni arrebato, ni obcecación ni estado pasional», señaló. «No se puede decir que había un clima de acoso y presión y al final explotó», añadió la representante del ministerio público. Tampoco considera probado que el inculpado estuviera bajo los efectos del alcohol o la droga ni sufriera ningún trastorno o enfermedad mental en el momento de los hechos.

A su juicio, actuó de manera «sorpresiva» -tanto que ninguno de los presentes llegó a ver el arma que sacó de la cintura hasta que disparó-, dejando a Jonathan F. H. y a su primo, «que iban desarmados», sin posibilidad alguna de defensa. Además, la fiscalía defiende que confesó y se entregó una hora y media después de los hechos «porque no le quedaba más remedio», pero que no colaboró con la policía ni durante la instrucción del juicio. Por ello, no cree que el jurado deba aplicar esta atenuante, como tampoco la de reparación del daño, pues solo ha consignado 7,600 euros en tres años para hacer frente a la responsabilidad civil, una cantidad «ínfima y la mayor parte entregada «una semana antes del juicio con fines atenuatorios» (la fiscalía solicita una indemnización de 210.000 euros y las acusaciones particulares de 280.000 euros). 

En cuanto a la tentativa de asesinato, el ministerio público da por acreditado que el acusado trató de acabar con la vida del primo del fallecido y que no lo hizo porque se encasquilló la pistola y porque su padre se puso en medio. «Pero sin duda ninguna su intención era matarlo».

Los abogados de las acusaciones particulares y la defensa, este lunes durante la última jornada del juicio oral por el crimen del bar JM en la Audiencia de Badajoz. S. GARCÍA

"Todo planeado"

En la misma línea que la fiscalía se pronunciaron las acusaciones particulares, para quienes J. M. M- C. tenía la pistola «cargada y preparada», por lo que solo tuvo que salir corriendo de detrás de la barra y sacarse el arma de la cintura para disparar «sorpresivamente» dos veces contra Jonathan, y, acto seguido, encañonar al primo, momento en el que la pistola se encasquilló, lo que, según defendieron, ocurrió hasta en dos ocasiones. Los abogados de las víctimas señalaron que esta circunstancia queda «perfectamente» reflejada en las grabaciones, en las que se ve cómo manipula el arma con las dos manos y tira de la corredera. Una vez desatascada, vuelve a disparar contra el joven fallecido, «que recibió un tercer disparo digno de ejecución», según Cumbres. «Actuó con rapidez y letal puntería y esa no es la forma de actuar de una persona que sufre un arrebato, estaba todo planeado», aseguró.

El abogado de la familia de la víctima mortal señaló que tras sacar los cuerpos fuera del bar a «empujones», el acusado y otras personas golpearon «brutalmente» en la cara a Jonathan de manera «innecesaria y deliberada» cuando este agonizaba, al tiempo que intentaban «evitar que se escapara» el primo. Mientras algunos familiares y clientes limpiaban la escena del crimen, él se despidió y se marchó «tranquilamente». «Solo siente haber destruido su vida y la de su familia, solo se arrepiente por los suyos, no por las víctimas», afirmó la acusación particular, quien defendió que no existe «justificación alguna para este cobarde crimen».

Confesión y reparación

Sin embargo, la defensa del inculpado afirmó que confesó los hechos antes de que el primo del fallecido lo señalase como autor ante la policía y de que su hermano hubiera entregado las grabaciones, y defendió que su colaboración con la justicia «está perfectamente acreditada», al tiempo que puso en valor «su esfuerzo» para reparar el daño, pese a sus escasos ingresos.

González de Vallejo insistió en que el hermano de su cliente estaba siendo «acorralado» por las víctimas, lo que hizo que el primero saliera en su defensa al creer que iban a matarlo y disparara a Jonathan, que llevaba hostigando y amenazando al inculpado y su familia desde el día anterior. «Esa obcecación que tuvo fue lo que no lo dejó actuar libre y voluntariamente», sostuvo. 

No obstante, negó que hubiera habido intencionalidad de acabar con la vida del primo - aunque reconoció que este se podía haber sentido amenazado-, así como que la pistola se encasquillara. «Eso no está acreditado», dijo el abogado, quien esgrimió que si hubiera querido acabar con la vida de este último hubiera dirigido a él el tercer disparo, y no lo hizo.

"Cuando supe que había disparado a Jonathan se me cayó el mundo encima"

El autor confeso del crimen del bar JM volvió a tomar la palabra en la última sesión del juicio que se sigue contra él en la Audiencia Provincial de Badajoz. Lo hizo para, por segunda vez en seis días, pedir «disculpas» a la familia del fallecido. «No era yo, perdí la cabeza, se me fue de las manos... Por todo lo que bebí perdí los nervios», dijo J. M. M. C..

«Cuando supe que había disparado a Jonathan se me cayó el mundo encima», aseguró el procesado entre sollozos. Ante la sala, reiteró que tras los hechos, decidió colaborar con la justicia y entregarse, así como que nunca se ha negado ni se va a negar a afrontar la responsabilidad civil, es decir, a pagar a la hija, madre y hermanas de la víctima.

El acusado, siguiendo la tesis defendida por sus abogados, negó que su intención fuera disparar contra el primo del fallecido y tampoco que no lo hubiera hecho porque se le atascó la pistola. «No se me encasquilló el arma en ningún momento, sino no hubiera disparado por tercera vez. Solo le dije que se fuera», argumentó. «Por desgracia, por tercera vez disparé a Jonathan (este último tiro fue mortal de necesidad, según los forenses) y pido perdón de corazón», insistió el inculpado en su última intervención frente al jurado popular.