«Creía que iban a matar a mi hermano y se me fue la cabeza». Eso es lo que aseguró este lunes J. M.M. C, el autor confeso de la muerte de un joven de 27 años al que disparó tres veces en el bar JM, propiedad de su familia, la mañana de Navidad de 2019. Lo hizo durante su declaración en la primera jornada del juicio con jurado popular que se sigue contra él en la Audiencia Provincial de Badajoz por el asesinato de Jonathan F. H. y la tentativa de asesinato del primo de este último, F. J S. F., hechos que grabaron las cámaras de seguridad instaladas en el local.

El procesado relató que tenía «pánico» a las víctimas, a pesar de que solo las conocía «de vista» y no mantenía con ellas ninguna relación de amistad, porque sabía que eran personas «agresivas». «Sentí miedo desde que las vi entrar en el bar», afirmó. El inculpado explicó que el fallecido y su primo llegaron por primera vez al bar el 24 de diciembre sobre las 16.30 horas y que hasta que se marcharon a cenar, sobre las diez de la noche, lo estuvieron amenazando en repetidas ocasiones con «matar y violar» a su hija y a su pareja, así como con quemar el bar, regentado por su hermano, pero donde él trabajaba ese día como camarero.

A pesar de este supuesto hostigamiento, decidió no llamar a la policía para evitar represalias, pues, según aseguró ambos iban armados: el fallecido con un arma corta y el primo con un cuchillo. J. M. M. C. declaró que ese día se había bebido entre «16 y 20» copas y que, por el estado de nerviosismo que le habían provocado las víctimas, también se tomó dos pastillas de Trankimazin de 1 miligramo, medicamento que tiene prescrito por el trastorno límite de personalidad desde hace «tres o cuatro años».

Volvieron de madrugada

El acusado contó que tenía previsto marcharse a su casa a las siete de la mañana, pero Jonathan F. H. y su primo regresaron al local sobre las 6.45 de la madrugada, cuando las persianas estaban medio bajadas y en el interior solo había clientes habituales. En su declaración, el procesado contó que se encontraba detrás de la barra del bar cuando vio a Jonathan hablando con su hermano y al primo del primero en la puerta, «tapándola». En un momento en el que el fallecido echó el brazo por encima a su hermano, corrió hacia ellos y le disparó con la pistola, que, según dijo, no estaba en el bar, sino que él llevaba en su cintura. Tras los dos primeros detonaciones, Jonathan F. H. cayó al suelo y, cuando trataba de levantarse, le disparó por tercera vez «porque creía que iba a coger su arma». La policía solo encontró la pistola utilizada por el procesado, que afirmó que la de la víctima mortal se la llevó su primo cuando lo arrastro fuera del bar herido ya de muerte.

«Mi familia está antes que todo y perdí la cabeza», dijo el autor confeso de los hechos, quien aseguró que estaba «arrepentido» y quiso pedir perdón a la familia, amigos y «especialmente a la hija» del fallecido, que tenía 6 años cuando murió su padre.

En su declaración, J. M. M.C., negó que, como sostienen la fiscalía y las acusaciones particulares, hubieran encañonado al primo del fallecido, sino que tras disparar, tiró el arma y se marchó a su casa a «despedirme de mi hija y mi mujer». Reconoce que se cambió de ropa, pero que no se duchó y que se entregó por propia voluntad a la policía, a la que llamó para confesar el crimen una hora y media después de los hechos.

El padre del acusado y su hermano, durante su testimonio ante los magistrados, sostuvieron una versión similar: las víctimas no eran clientes habituales del bar, habían proferido continuas amenazas al acusado y a su familia, y al resto de personas que estaban en el establecimiento, pero no avisaron a la policía por temor a «estropear» el día de Navidad. «Me consta que ellos siempre iban armados y con su historial, es entendible que tuviéramos miedo», dijo el hermano.

Amigos y sin armas

La versión del primo del fallecido es completamente distinta. F. J. S. F. aseguró que frecuentaban el JM cada vez que salían de «fiesta», que conocen al inculpado y a su familia «de toda la vida» y que fue el padre de este último el que les invitó a pasarse por allí después de la cena de Nochebuena. De hecho, según contó en el juicio, habían estado consumiendo sustancias estupefacientes juntos y habían comprado en el local «600 euros en cocaína». El primo del fallecido aseguró que ninguno de los dos iba armado y que el procesado disparó contra ellos cuando estaban hablando «tranquilamente» con su hermano y otro cliente. «Creía que los disparos eran cohetes, me di cuenta de que mi primo había caído al suelo -pensaba que «de la borrachera- y cuando levanté la cabeza, vi la pistola y oía clac, clac varias veces».

La pistola se había encasquillado, según relató. «Te voy a matar, te voy a matar», dijo F. J. S. F. que le gritó el procesado. «No me disparó porque se puso su padre en medio, porque ya tenía la pistola preparada». Según su relato, como pudo, arrastró a su primo, que ya estaba agonizando, hasta la calle y corrió en busca de refugio, que encontró en una casa, desde donde llamó a su madre y a la policía para informarles del crimen, antes de que lo hiciera el acusado. «No sé cómo salí de allí. Si no me voy, cómo se iba a saber que a mi primo le habían pegado tres tiros. Yo me fui para contarlo hoy (por ayer) aquí», afirmó la víctima, que negó haberse llevado el arma de su primo, «porque si llega a tener una, la utilizo para defenderme».

«A día de hoy todavía me pregunto todas las noches qué es lo que pasó», señaló F. J. S. F., quien contó que desde el día de los hechos «ni siente ni padece».

El juicio por el crimen del JM continúa este martes.

7 meses y medio de cárcel por encubrimiento

En el juicio por el crimen del bar JM, además del autor confeso de los hechos, había un segundo procesado por un delito de encubrimiento y otro de amenazas, por el que se enfrentaba a entre 1 y 5 años de prisión. Sin embargo, antes de que se iniciase la vista, la fiscalía, las acusaciones particulares y la defensa han llegado a un acuerdo: se han retirado los cargos por amenazas y se ha pactado un condena de 7 meses y medio por encubrimiento. En el mismo en el que se ha dictado sentencia de conformidad, las partes también han acordado la suspensión del cumplimiento de la pena. El abogado de la familia del fallecido, Fernando Cumbres, explicó que se ha avenido al pacto porque el acusado fue «una más» de las personas que limpiaron el escenario del crimen, por lo que su participación no fue tan relevante como el de la mujer que escondió las pistola con la que se disparó al joven asesinado, a la que, también por sentencia de conformidad, ya se condenó a un año de prisión. «Esto permitirá que la causa se centre en el acusado de asesinato», argumentó.

Los abogados de las acusaciones particulares, Fernando Cumbres y Tania Ruiz. SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Por su parte, el abogado del acusado de encubrimiento, Daniel Chippirras, señaló que ha llegado a este acuerdo en beneficio de su cliente, que, según dijo, desde que sucedieron los hechos padece «una gran depresión». «Con el historial médico que tiene no hubiera podido aguantar un juicio de 7 días», justificó el letrado. «En este caso era la mejor opción, porque lo que necesita en estos momentos es recuperarse», añadió.