El Real Madrid se jugaba el pase a los cuartos de final de la Liga de Campeones frente al Olympiakos y en muchas casas los aficionados al fútbol seguían despiertos frente al televisor. La tragedia estaba de camino y de haber encontrado las luces apagadas en todos los hogares que atravesó, las consecuencias aún hubieran sido peores. 22 personas perdieron la vida la noche del 5 al 6 de noviembre de 1997 en Badajoz. Una riada de agua y lodo desbordó los cauces del Rivillas y el Calamón y truncó a su paso el futuro de cientos de familias cuyas casas y negocios arrasó en la barriada de Cerro de Reyes, sobre todo, y también en Antonio Domínguez, San Roque y Pardaleras.

El día después de la trágica noche en Cerro de Reyes. S. GARCÍA

Esa noche los arroyos recibieron un caudal de 750 metros cúbicos por segundo, por encima de la avenida de los 500 años, la mayor conocida hasta entonces, que era de 700 metros. Tras una madrugada de gritos de auxilio el día iluminó las dimensiones del desastre. Rápidamente surgió un movimiento de solidaridad ciudadana para arropar a las víctimas con ayuda humanitaria y material. Una solidaridad que contagió a las administraciones, cuyos responsables dieron ejemplo de buen entendimiento ante una situación de crisis de extrema gravedad. Se repartieron las tareas. El Gobierno central encauzó los arroyos, en los que la Confederación Hidrográfica del Guadiana invirtió 26 millones de euros más 47 en expropiaciones. La Junta de Extremadura construyó 1.245 viviendas en Cerro de Reyes, Pardaleras y la Granadilla. El ayuntamiento ha invertido más de 8,5 millones de euros en compras, expropiaciones y derribos para dejar limpia la denominada zona de exclusión. Pero calcula que aún quedan por invertir otros 5, que las arcas municipales no son capaces de asumir, por lo que insiste en pedir ayuda a otras administraciones.

Los cuerpos sin vida de los atrapados. S. GARCÍA

Las huellas de las inundaciones permanecen aún visibles en la zona inundable, con ruinas en pie, medianeras desnudas y casas sin calles que las sostengan. Un rastro físico que no ha desaparecido. Tampoco el que han dejado en la memoria los sonidos e imágenes de aquella noche fatídica. Aunque el tiempo todo lo cura, cuando la lluvia arrecia vuelven los miedos. Como los arroyos, barrios y familias intentaron encauzar sus vidas. Miguel García Flores, presidente de la Asociación de Vecinos de Cerro de Reyes, reconoce que aún hay personas que no han sido capaces de contar su historia. Es el caso de la familia de Antonia Herrero Piñero, la mujer de 73 años cuyo cuerpo nunca apareció. El de su marido fue hallado una semana después en Olivenza. A tanto sufrimiento le cuesta abrirse camino.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra, entonces presidente de la Junta de Extremadura. S. GARCÍA

García Flores cree que después de 25 años hay muchos vecinos que quieren pensar en clave de esperanza, «aunque a las víctimas nunca las vamos a olvidar». Como tampoco van a dejar de pedir que culminen los derribos y se adecente esta entrada de la ciudad. La asociación de vecinos forma parte junto a la parroquia, la hermandad y otros voluntarios del barrio de la iniciativa ‘Hazte una PCR (Promoción de Cerro de Reyes)’, que desde hace un año trabaja en un programa de actividades para conmemorar el 25 aniversario, que se concentran este fin de semana. Esta tarde, a las 19.00 horas, se inaugura un monolito del escultor José Luis Hinchado, con los nombres de las 22 víctimas, sufragado por el ayuntamiento, en la confluencia de los arroyos. Mañana, un gran mural en la avenida Luis de Góngora y el domingo habrá una eucaristía y se sembrarán plantas en la rotonda de Las Grullas.Son solo algunas de las actividades organizadas. El portavoz de la iniciativa, Manuel Pérez, aclara a quienes los critican que no quieren ofrecer una visión positiva de la tragedia, sino dar a conocer que lo sucedido provocó una serie de cambios en el entorno «y hay que celebrar la vida, porque Cerro de Reyes tiene que seguir avanzando». Aprovechando que los vecinos se van a implicar en la conmemoración, este proyecto acaba aquí pero aspira a ser el punto de partida para conseguir un barrio «más abierto, participativo, colaborativo y unido».