Estanterías llenas de libros colocados por orden alfabético en el pasillo, el salón, los dormitorios. Esperanza Marina Serrano (Benavides de Órbigo, León, 1939) ya no sabe dónde guardarlos. Atesora casi 2.700 y todos han sido escritos por mujeres. Autoras de todos los tiempos, desde el siglo XVI, que dejaron su impronta en la historia de la literatura española.

Esperanza comenzó esta valiosa colección en 1973 cuando trabajaba en una librería de viejo de Madrid. Lo hizo inspirada en su abuelo, Manuel Serrano y Sanz, que en 1898 publicó el diccionario ‘Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas’, en dos tomos, con el que obtuvo un premio de la Biblioteca Nacional y que su nieta guarda como oro en paño. Conserva los dos tomos originales, que Atlas reeditó en cuatro. En el diccionario no solo nombra a las escritoras, sino que incluye citas de sus obras.

Su abuelo era catedrático de Historia en la Universidad de Zaragoza. Nunca le gustó la enseñanza -«él prefería la biblioteca»- y convenció a su abuela para trasladarse a Madrid, donde trabajó en la Biblioteca Nacional. Esperanza no lo conoció porque murió en 1932. Cuenta la anécdota de que casi cien años después de haber obtenido aquel premio, por el que su abuela preguntó y Manuel no supo qué responder, aparecieron entre sus páginas las 100 pesetas con el que estaba dotado.

A su abuelo pertenecieron los libros más antiguos de su colección, como una primera edición de Santa Teresa de Jesús de 1589, ‘Castillo interior o las moradas’. Conserva asimismo tres tomos de María Rosa Gálvez de Cabrera «que dicen que era la amante de Godoy, al que leía versos mientras tomaba chocolate». Primeras ediciones de sor Juana Inés de la Cruz, de 1599, y de sor María de Ceo. También tres libros de Emilia Pardo Bazán, entre ellos un ejemplar de ‘Los pazos de Ulloa’ con una dedicatoria manuscrita dedicada a su abuelo, en la que la autora gallega lo nombra como «erudito y sabio feminógrafo». Esperanza sólo cogió los libros escritos por mujeres y el resto se quedaron en el desván de la casa familiar de Sigüenza, pues su abuelo tenía bastantes más, muchos referidos a los conquistadores de América.

La colección de Esperanza se compone sobre todo obras de autoras contemporáneas, aunque también ha ido incorporado antiguas, como una primera edición de Ferreira Lacerda, una autora portuguesa que escribía en español, su ‘Historia de España en verso’ de 1618 dedicada a Felipe II y que es la más cara que ha adquirido (10.000 «pelas»). Tiene bastantes escritoras decimonónicas, en torno a 70, como María Lorenza Fuerte-Hijar, Vicenta Mataruna, Josefa Massanes, Gertudis Gómez de Avellaneda, la almendralejense Carolina Coronado, Ferrán Caballero, Enriqueta Lozano, dibujos a pluma de Faustina Sáez de Melgar, 30 títulos de Pardo Bazán, obras de la mística extremeña Luisa de Carvajal y Mendoza, Concepción Arenal y de Rosario de Acuña y Villanueva. Otra de las joyas que guarda es un manuscrito del siglo XVIII firmado por ‘La Hija del Sol’ (HDS), pseudónimo de la poetisa gaditana María Gertrudis Hore Ley, que llevó a datar a la Biblioteca Nacional.

EN BADAJOZ / Esperanza Marina estaba predestinada a pasar buena parte de su vida en Badajoz. Su padre, notario, tuvo en esta ciudad su destino, donde ella, al terminar la carrera de Filosofía y Letras en Madrid, dio clases en el instituto Bárbara de Braganza. Al casarse en 1969 regresó a Madrid. En la Biblioteca Nacional realizó los cursos de Documentalista para licenciados y trabajó en la biblioteca de la Facultad del INEF, un empleo que abandonó por la dificultad de conciliarlo con las obligaciones familiares. Tiene dos hijos. Aceptó entonces la oferta de un amigo para ayudarle en una librería de viejo, donde empezó su colección.

A su marido le ofrecieron en la empresa elegir destino entre La Coruña y Badajoz y optaron por la capital pacense. Aquí fue directora del Centro Coordinador de Bibliotecas de la Diputación de Badajoz y después, hasta su jubilación, bibliotecaria de la Facultad de Educación (antes ‘la Normal’). Más de 45 años entre libros, «por oficio por afición». Durante todo este tiempo ha seguido engrosando su colección. Lo hace con catálogos que le envían librerías de viejo de Madrid, donde subraya los títulos firmados por mujeres, y hasta hace poco solía ir los primeros sábados de mes al mercadillo de antigüedades de la plaza Alta «y alguno he comprado»

Esperanza tiene 83 años que «ahora me están asomando», se lamenta, porque se le acumulan los achaques. Todos sus libros están registrados en una base de datos, que ya le cuesta mantener al día. Tiene pendientes tres adquisiciones por incorporar: ‘Matrimonio de tres’ de Laura Brunet, ‘Pan para estos’ de Anunciata Bremón y otro de Mada Carreño. Ahora quiere comprar el título póstumo de Almudena Grandes. Tendrá que seguir haciendo hueco en sus ya colmadas estanterías. Obras de autoras con historia que Esperanza Marina espera que sobrevivan a su memoria.