Apareció con una camisa rosa y un pantalón verdoso como de seda, muy anchos para estar cómodo. Como si fuera el patio de su casa, la Alcazaba de Badajoz, y enfrente 8.000 amigos que fueron a verle y que colgaron el cartel de 'sold out' en el Alcazaba Festival. Ya lo había dicho Robe Iniesta, «los conciertos en Extremadura cobran otro sentido». Entró con media hora retraso, en realidad llegó casi 18 años tarde (su último concierto fue en 2004) pero nada de eso le importó a sus fieles, a esos que lo sienten como si fuera suyo, cuando se desplazó desde el lateral hasta el centro del escenario y tocó los primeros acordes.

Había gente que lo había visto en aquel concierto con la banda en el Viejo Vivero, otros que lo han hecho en otras ciudades y aquellos que aún no habían podido disfrutar del directo y la música en vivo de este genio del rock español y extremeño. Desde jóvenes a más mayores, todos ellos se dejaron la garganta, como si no se lo pudieran creer, cuando su cuerpo se puso delante del micrófono y sin mediar palabra empezó a sonar 'Del tiempo perdido'. «Buenas noches a todo el mundo», espetó con confianza a esos amigos que no tardaron en ponerse a corear su nombre. «Espero que disfrutéis la noche, no os perdáis nada, estáis aquí y ahora es cuando», continuó cuando le dejaron.

Concierto de Robe Iniesta en Badajoz. SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Sin más pasaron a tocar 'Por encima del bien y del mal' y la gente se puso a saltar y a levantar las manos al ritmo del sonido que retumbaba en ese marco incomparable, el público tenía ganas esa fiesta tan especial que iba a vivir. La actuación de los músicos, de sobresaliente. El teclado de Álvaro Rodríguez, el violín de Carlitos Pérez, la batería Alber Fuentes, el acompañamiento de Lorenzo González y las guitarras de Woody Amores y David Lerman. Todos ellos extremeños. Justo antes del inicio del tan ansiado concierto se escuchaba entre los aficionados que «musicalmente ha ganado mucho» y que ahora tenían «un sonido muy peculiar».

Durante algo más de una hora se fueron sucediendo las canciones. 'Por ser un pervertido', 'La canción más triste' y a la quinta todos los móviles al aire con las linternas, los flases, haciendo fotos y vídeos para inmortalizar el primer tema que sonaba de Extremoduro con 'Si te vas'. Tras el éxtasis bajó un poco la euforia ya que presentó una nueva canción titulada 'A la orilla del río' y de nuevo un subidón de sentimientos cuando cantaron 'Sucede'.

Robe tocando con la banda en la Alcazaba. SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Sobre las 00.00 horas se produjo un descanso de media hora para que, tanto la banda como el público, cogieran fuerzas para lo que se venía para la segunda parte. Pero antes de comenzar hubo un momento para lanzar un mensaje naturalista a través de la organización AMUS (Acción por el Mundo Salvaje) y se soltaron dos lechuzas.

De vuelta a la música, Robe estremeció a los 8.000 congregados con 'Mayeútica' y con los «clásicazos» de Extremoduro 'Jesucristo García', 'Puta' y 'Ama, ama, ama y ensancha el alma' para cerrar por todo lo alto, casi a las 02.30 horas, una experiencia única para sus seguidores, que es lo que pretendía.

Para Fran Montero fue espectacular y estuvo «muy muy bien». No se esperaba que fuera a cantar la canciones más antiguas y «la verdad es que el tío se lo curró». Paco Gallardo llegó con su camiseta de Robe desde Jerez de los Caballeros para sumar a sus vivencias otro concierto más de «la mejor banda de rock que hay en España». Para Covadonga Palomo e Isabel María Carretero las ganas de escucharlo eran altísimas y a la primera le hubiera gustado que tocaran 'La vereda de la puerta de atrás'.