A Laura Martín se le hacen eternos los tratamientos de quimioterapia que tiene que recibir a causa de la enfermedad crónica que sufre. Lo único que le ayuda a amenizar esas largas horas de espera es la literatura. A raíz de su experiencia, la Asociación Oncológica Extremeña (AOEx) decidió coger su idea y transformarla en un proyecto denominado ‘Letras para cuidar’. Se trata de una «biblioteca humanizadora de la sanidad» instalada en el hospital de día del Universitario de Badajoz.
«La idea es hacerle más llevadera la estancia tanto a los pacientes como a los familiares que están esperándoles fuera», explica Raquel Cano, coordinadora de trabajo social en la asociación. De esta manera, se consiguen varios objetivos: desde humanizar el entorno hospitalario hasta contrarrestar los efectos negativos que produce la quimioterapia a nivel cognitivo. «Este tratamiento a veces afecta a la memoria a corto plazo, así que, si además de ayudarles a evadirse del sitio en el que están, trabajamos en ese sentido, mejor que mejor», añade Cano.
En realidad, ‘Letras para cuidar’ se inauguró en febrero de 2020, pero enseguida tuvo que parar con motivo de la pandemia. Este mes de mayo por fin han podido retomar el proyecto. De momento cuentan con más de 200 libros de todo tipo de géneros y destinados a cualquier edad, pero aún tienen que clasificar bastantes que les han ido llegando durante este largo paréntesis. Las cuatro voluntarias que participan en el proyecto se encargan de esta tarea después de informar a pacientes y familiares sobre el servicio, que cuenta con la colaboración del Servicio Extremeño de Salud (SES) y que funciona de lunes a jueves de 9.00 a 13.00 horas.
Todo aquel que quiera realizar donaciones a esta biblioteca puede hacerlo poniéndose en contacto con la asociación a través del número de teléfono 924 207 713 o mediante el correo electrónico info@aoex.es. Tan solo hay un requisito para poder entregar libros: deben venir acompañados de una breve reseña que explique el motivo por el que esa obra le ha ayudado a esa persona en algún momento de su vida. De hecho, ni siquiera tienen que ser historias muy densas. «Puede ser hasta una revista», apunta Cano. Cualquier libro es bienvenido si contribuye a pasar el mal trago de la quimioterapia.
