De nuevo, el Ayuntamiento de Badajoz ha recurrido Europa para obtener financiación para un proyecto de envergadura que lleva décadas pendiente: la mejora de la accesibilidad de la barriada de Santa Engracia. Igual que ha acudido a los fondos europeos de rescate para conseguir los 1, 2 millones de euros necesarios para llevar el agua potable al barrio de Tulio, también ha presentado otra manifestación de interés para hacer accesible al menos el 40% de la Uva, lo que requeriría una inversión de 2.560.000 euros.

Es solo una propuesta, que se ha canalizado a través de la Junta de Extremadura, y será Europa la que decida si incluye o no en el reparto de los fondos destinados a la rehabilitación urbana de barriadas. Esta partida aún no se ha distribuido, pero con la manifestación de interés se avanza a qué se destinará el dinero si se concede. Por este motivo, no existe aún ningún proyecto, sino una breve descripción de la intervención que se llevaría a cabo en Santa Engracia. 

En líneas generales, se plantea una actuación con tres objetivos fundamentales. El primero es mejorar la accesibilidad de las viviendas, «que supone el problema que más urge resolver para el bienestar de los vecinos», pues la mayoría de las calles están en pendiente, jalonadas por escalones y, en muchos casos, levantadas por las raíces de los árboles, lo que dificulta el tránsito especialmente a las personas con movilidad reducida y a los mayores.

Además, se pretende mejorar la imagen del barrio, «como elemento esencial para generar una identidad positiva», tanto para los propios residentes como hacia el resto de la ciudad.

El tercer objetivo es la «activación de la calle con un programa urbano», para que transforme esta zona en un espacio público de «gran valor», aprovechando el potencial que tiene como zona urbana peatonal.

El ayuntamiento, según explicó el concejal de Urbanismo, Carlos Urueña, plantea para la Uva una solución similar a la que, a través de un proyecto piloto financiado por la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales y Fundación La Caixa, ya se llevó a cabo en 2019 la calle Águila, en concreto en el tramo comprendido entre los números 26 y 39

Itinerarios peatonales

La actuación consistió en la creación de itinerarios peatonales accesibles mediante la formación de dos plataformas, cada una de ellas, en el nivel de entrada a las viviendas, comunicadas entre sí mediante escaleras y rampas. Para ello, se modificaron los umbrales de acceso a las casas y se sustituyeron los pavimentos por otros más adecuados, colocando barandillas y pasamanos. 

En estas obras, que siguieron las soluciones incluidas en Plan Especial de Reforma Interior (Peri) de la Uva, con los que los arquitectos Luis Basabe y Enrique Arenas ganaron el prestigioso concurso internacional ‘Europan 9’, se invirtieron casi 50.000 euros. En este sentido, Urueña reconoció que la inversión necesaria para la rehabilitación integral de Santa Engracia excede con creces las posibilidades económicas del ayuntamiento, para el que sería inasumible afrontar esta actuación millonaria en solitario, sin recurrir a fondos europeos o de la Junta de Extremadura, a la que también reclamó apoyo. Si los 2,5 millones llegaran finalmente de Europa, aún quedaría pendiente reformar más de la mitad de la barriada.

En esta misma manifestación de interés también se han incluido actuaciones en materia de accesibilidad en el Casco Antiguo, en algunos casos como la plataforma única del eje plaza de Reyes Católicos y las calles Santa Lucía, Santa Ana y Duque de San Germán, ya está siendo ejecutada por el ayuntamiento, porque esta inversión sí era viable asumible con fondos municipales. Además, se ha incorporado la reforma de la plaza de Santa María, cuyo proyecto ya ha elaborado Fundación CB junto al de su futura sede, la renovación completa del eje plaza de Conquistadores-avenida de Huelva, Juan Carlos I y calle Prim, entre otros.

Años de espera

Los vecinos de Santa Engracia reclaman desde hace años que se mejoren sus calles. Ha habido diferentes planes sobre la mesa, pero ninguno ha prosperado. La Uva se construyó para realojar a los damnificados por las inundaciones que provocó el desbordamiento del Guadiana a principios de los años 60. Las casas se entregaron en 1964 y tenían carácter provisional, como mucho para una década. Pero el tiempo fue pasando, las familias se fueron asentando en la zona y, cuando a la vista de que no había fondos para reformar el entramado de calles se planteó derribar las viviendas y construir bloques de pisos, los vecinos se opusieron de manera frontal. A la espera de que lleguen los fondos, deberán seguir transitando «por estos caminos para cabras», como ellos mismos los han definido en numerosas ocasiones.