Tras recibir el primer golpe, María Soledad respondió a Manuel con un insulto, pero enseguida se dio cuenta de que quien acabó siendo su verdugo no iba a parar en el ataque que había emprendido contra ella con una palanca de desencofrar. Por eso, en un intento de que depusiese su actitud violenta, de forma inmediata comenzó a pedirle perdón decenas de veces y le repitió una y otra vez que se iría de su finca, como él le había requerido momentos antes en una discusión entre ambos. "Que me estás matando. Por favor, Manuel, perdóname, te lo pido por Dios, que me voy ahora mismo", suplicó la víctima insistentemente. Pero él no atendió sus ruegos y siguió golpeándola hasta acabar con su vida. "Ya no, ya no tiene remedio", le dijo.

La agonía de María Soledad S. D., la mujer de 59 años a la que su casero, Manuel M. M. Q., mató en enero del 2020 en una finca de Zafra, quedó registrada en una grabación del propio teléfono de la fallecida, con el que ella misma, minutos antes, estaba captando al hombre durante una conversación entre ambos, en la que ella le reprochaba que no cuidase de sus animales y lo acusaba de echarle "algo" en la comida por el mal estado en el que se encontraban. Él le decía que quería que se fuera de su propiedad "cuanto antes" y le pedía que no dijera "tantas calumnias". Ambos se lanzan reproches y en un momento en el que la víctima le dice que se marchará de la finca cuando ella quiera y no cuando él lo diga, Manuel le propina el primer golpe con la barra metálica y su móvil cae al suelo. La imagen permaneció fija y se registró el audio de lo sucedido, de una crudeza extrema. En esta grabación también se oye cómo el vecino de la parcela, al ver lo sucedido, grita al acusado para que deje de golpear a su inquilina, que al oírlo lanza gritos de socorro. Tampoco eso hace que Manuel se detenga. Se deja de escuchar a María Soledad, pero los golpes siguen. "¿Qué es lo que has hecho?¿La has matado?", le pregunta, tras llegar al lugar de los hechos, el vecino, quien le dice que va a acudir a la Guardia Civil. "Voy a ir yo", respondió Manuel, que había recogido del suelo el móvil de la víctima y que, supuestamente, por error, volvió a activar la grabación.

Esta prueba documental se ha podido escuchar este jueves en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Badajoz contra Manuel M. M. Q. La grabación ha causado gran impacto entre los presentes. De hecho, el magistrado de la sala, Emilio Serrano, ha tenido que suspender momentáneamente la vista después de que un miembro del jurado haya sufrido un mareo y otros no hayan podido contener las lágrimas ante la absoluta crudeza de los hechos que se estaban reproduciendo. Las hermanas de la víctima, que se han quedado en la puerta de la sala, donde era audible la grabación, se han marchado unos minutos después de que se pusiera el audio al no poder soportar escuchar el padecimiento de María Soledad.

El acusado ha seguido tranquilo la reproducción del audio, sentado junto a su abogado, con la mano en la sien y sin hacer ni un solo gesto ni durante la exhibición ni cuando ha visto como estaba afectando la misma al jurado popular.

La defensa, ejercida por el abogado Emilio Cortés, ha propuesto que la grabación no se reprodujese en sala y fuese escuchada por el jurado en un espacio que proporcionase mayor "intimidad", pero las acusaciones particulares, en manos de Ana Isabel Spínola, Noelia Álvarez y Marta Guzmán, así como la fiscalía han pedido que sí se exhibiera, a lo que el presidente ha accedido. Spínola ha explicado que consideraban muy importante que esta prueba se escuchase en sala, pese a su dureza. "Tan duro como que ella (por María Soledad) no lo puede contar".

A la espera de la decisión del jurado popular

No hay dudas de que Manuel M. M. Q mató a María Soledad S. D. la mañana del 31 de enero de 2020 en su finca de Zafra. El mismo ha reconocido los hechos, hay un testigo que presenció lo ocurrido y un vídeo en el que se registró el audio de la agresión que acabó con la vida de la víctima. Pero, tras cuatro días de juicio, serán los 9 miembros del jurado popular los que, una vez se les entregue este viernes el objeto del veredicto, tendrán que dilucidar si es culpable o no de estos hechos. La fiscalía y las acusaciones particulares mantienen la petición de 25 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento, a la que las abogadas de los hijos y hermanos de la víctima --Ana Belén Spínola, Noelia Álvarez y Marta Guzmán- añaden la agravante de violencia de género. «El móvil del crimen es el no, no y no (de la víctima) de acceder a sus pretensiones (de Manuel)». Las letradas defienden que el acusado quiso mantener relaciones sexuales con la mujer y ante la negativa de esta, la intentó echar de la finca. «Ella se rebeló ante esta injusticia y le plantó cara sin saber que lo estaba haciendo ante su verdugo», dijo Spínola.

Mientras, la defensa, en manos de Emilio Cortés, solicita la absolución de su cliente alegando trastorno mental transitorio, y si no se admite esta eximente, que se le aplique la atenuante de arrebato. En sus conclusiones definitivas, el letrado introdujo otra atenuante: la de confesión de la infracción es su condición de «muy cualificada», pues, según argumentó, el acusado no solo se entregó voluntariamente a la Guardia Civil tras matar a María Soledad, sino que colaboró en la investigación, porque no destruyó ni ocultó pruebas como el móvil de la víctima «ni el vídeo que lo va a condenar», argumentó. El resto de partes no comparten esta tesis, pues creen que se entregó porque su vecino de parcela presenció los hechos y le dijo que iría a la Guardia Civil.

Para el ministerio fiscal y las acusaciones particulares está claro que Manuel actúo con alevosía y se ensañó con su víctima. En este sentido, expusieron que el procesado ocultó en un saco la palanca de desencofrar con la que golpeó hasta la muerte a la víctima y la sacó de forma sorpresiva, golpeando a la mujer en las piernas y haciéndola caer al suelo, para echarse sobre ella e inmovilizarla mientras la agredía con la barra de hierro. «No pudo verla (la palanca), por lo que no pudo prevenir ni defenderse de los 43 golpes que recibió», esgrimió Álvarez. También creen que hubo ensañamiento porque las heridas que le causó «superan con mucho las necesarias para causarle la muerte».

No lo entiende así la defensa, para quien el móvil del crimen fueron las acusaciones de maltrato animal que la víctima lanzó contra el inculpado. Tampoco considera que exista alevosía y ensañamiento, pues señaló que si su cliente hubiera querido matar a María Soledad de manera premeditada, lo habría hecho la noche antes, cuando la mujer lo conminó a acudir a la finca por estar enfermo un potro. Asimismo, negó que se ensañara, porque todos los golpes que le propinó tenían el fin de acabar con su vida, no de provocarle más sufrimiento.

El acusado, que tomó la palabra al final de la sesión, volvió a pedir perdón a la familia de la víctima y aseguró que la brutal agresión no fue premeditada. «Nunca hubo voluntad de hacerle algún daño».