La Unidad de Hospitalización Breve de Salud Mental de Niños y Adolescentes (UHN-NA) en el hospital Materno Infantil de Badajoz entrará en funcionamiento tras la sexta ola de coronavirus. Fuentes de la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales apuntan que estaba previsto que comenzase a hacerlo a finales de 2021, pero el incremento de casos positivos les ha hecho esperar «a que se estabilice la situación».

La creación de esta unidad de psiquiatría infantil, de referencia regional al ser la única de Extremadura, se anunció a principios del 2019 y la previsión inicial era que pudiera estar operativa a lo largo de ese mismo año, aunque los plazos se han ido prolongando y la obra no terminó hasta abril de 2021.

Dispondrá de una capacidad para ocho ingresos, con o sin acompañamiento familiar, y atenderá a todo menor de 14 años que presente un trastorno mental en situación de crisis aguda que no pueda ser atendido de forma ambulatoria y que sea susceptible de mejorar mediante un tratamiento intensivo de corta duración.

El Servicio Extremeño Salud (SES) ha invertido 400.000 euros en la adecuación de 270 metros cuadrados de la quinta planta del centro hospitalario pacense, que es donde se ubicará esta nueva unidad. Además de las ocho habitaciones, se han habilitado dos consultas, una dentro y otra fuera, para garantizar la confidencialidad de las familias, una sala de tratamiento y una zona de enfermería.

Tanto la parte destinada a los pacientes como a los profesionales cuenta con importantes medidas de seguridad ante las conductas agresivas que con ellos o con el resto pudieran mostrar los menores hospitalizados. Así, habrá control por televisión, sin grabación, de todas las estancias, y sistemas de protección en las conexiones a la red eléctrica. También se ha instalado un mobiliario especial y las ventanas son filobatientes.

El coordinador de salud mental del área de Badajoz y del equipo de psiquiatría infantil, José Ramón Gutiérrez, señala que la estancia media oscilaría entre una semana o dos semanas por niño con patologías «importantes». Esto, cuenta, ayudará a quitar mucha tensión a los especialistas: «Tener ingresado a alguien que nos preocupa nos da mucha tranquilidad y nos exime de tener que tomar decisiones para que se queden a gusto. Puedes permitirte el lujo de discutir con un niño, enfadarte con él, ponerle las cosas claras y ser un poco más exigente porque sabes que en la planta está protegido y que al día siguiente lo vas a arreglar», explica.

José Ramón Gutiérrez, coordinador de salud mental del área de Badajoz y del equipo de psiquiatría infantil. Andrés Rodríguez

En esta planta irían, por ejemplo, niños y adolescentes donde la desesperanza, el factor clave que suele llevar al suicidio, sea patente. «Los psiquiatras estamos viendo a más niños con ideas muy claras de que esto no va a tener solución y de que no encuentran ninguna en el futuro, y eso a nosotros sí nos asusta», dice Gutiérrez, y es que uno de los motivos que ha provocado la aparición de este tipo de sentimientos ha sido la pandemia y, sobre todo, el hecho de que muchos no ven el final.

Aumento de consultas

El doctor manifiesta que, desde que apareció el coronavirus, las consultas de psiquiatría infantojuvenil han aumentado entre un 15 y un 22 por ciento. El tipo de atención demandada también ha cambiado, ya que ahora se encuentran con muchas ‘pseudourgencias’ o incluso con personas que se presentan sin tener cita.

Sin embargo, no son los casos serios los que destacan en Badajoz: «Las fobias, las autolesiones y los trastornos alimentarios y obsesivo-compulsivos son los que más motivos han tenido para empeorar».También se perdieron todas las ventajas de ir al colegio. El coordinador cuenta que ha vivido situaciones muy tensas de pacientes con dudas sobre su identidad de género no aceptadas por sus padres que incluso le han llegado a asustar «porque, además, no tenían solución, no podía decirles que se fuesen a casa de nadie porque estábamos aislados».

Al principio también se notó un incremento del número de niños que expresaban frases acerca del suicidio. «Ellos verbalizan mucho ideas del tipo “me muero”, “me voy de casa” o “me tiro por la ventana”. Estas cosas antes se aguantaban con una cierta tranquilidad, pero como ahora ya se comenta que han pasado cosas, los padres están preocupados. Hemos hecho mucha consulta para reasegurarles que no tenían nada que temer y que podían poner en marcha mecanismos que al cabo de cuatro o cinco días daban resultados».

Y no solo han tenido lugar empeoramientos de problemas ya existentes, sino también personas que, de no haber sido por la pandemia, nunca habrían sufrido una patología psiquiátrica.

El confinamiento, no obstante, también hizo que mejoraran algunos casos de acoso escolar, de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y de niños con dificultades para relacionarse a los que los medios telemáticos ayudaron mucho en su vida cotidiana.