Dos años después de que el joven Jonathan F. H., de 27 años, muriese tras recibir tres disparos el 25 de diciembre de 2019 en el bar JM, situado en la avenida Juan Sebastián Elcano, el juicio por este crimen sigue pendiente. El principal acusado, J. M. M. C., hijo del dueño del negocio, continúa en la cárcel, después de que la Audiencia Provincial de Badajoz haya acordado prorrogar la orden de prisión provisional sin fianza mientras se señala la fecha en la que un jurado popular decida sobre estos hechos. 

J. M. M. C. está acusado de los delitos de asesinato, tentativa de asesinato --por tratar de matar al primo de la víctima, F. J. S, que estaba con el fallecido cuando tuvo lugar el crimen-- y tenencia ilícita de armas. La fiscalía solicita para él 35 años de cárcel en total, mientras que la acusación particular, ejercida por Fernando y Álvaro Cumbres, eleva la pena a los 38 años y 9 meses. El ministerio público y la representación legal de la familia piden una indemnización de 280.000 euros para la hija (tenía 6 años cuando murió su padre), la madre y las hermanas de Jonathan.

Junto al principal acusado serán juzgados su padre, J. M. G, por un delito de lesiones; su hermano, D. M. C, por tenencia ilícita de armas, y otras dos personas más: M. C. S. O., por encubrimiento y M. A. L. C, también por los delitos de encubrimiento y amenazas con arma blanca. Para los dos primeros, el fiscal pide dos años y un de prisión, mientras que para los segundos, solicita un año de cárcel. El letrado de la familia 

En el escrito de la fiscalía recoge que el fallecido y la víctima, con vinculación desde la infancia con el acusado y sus familiares, estuvieron el día de Nochebuena en el bar JM hasta las diez de la noche, al que regresaron sobre las seis de la mañana del 25 de diciembre, cuando el local tenía las persianas semibajadas y solo accedían al interior conocidos. Cuando llevaban una hora dentro consumiendo alcohol, J. M. M. C., cogió una pistola (marca Sig-Sauer de 9 milímetros Parabellum), propiedad de su hermano y que tenía escondida detrás de la barra, y «sin mediar palabra y de forma sorpresiva» se dirigió hacia donde se encontraban las víctimas. Primero apuntó con el arma y efectúo un disparo sobre Jonathan F. H. a una distancia de 1,5 metros, al que siguió un segundo tiro a 40 centímetros y un tercero a un distancia de entre 70 y 100 centímetros, «con el objeto de asegurar y culminar su propósito sin que la víctima tuviera posibilidad de defenderse». El primer disparo impactó en el hombro, el segundo en el codo y el último afectó al corazón, hígado y riñón, provocando una hemorragia que provocó su muerte a las 7.30 horas.

Según el ministerio fiscal, también con el fin quitarle la vida, J. M. M. C. encañonó al primo del fallecido, pero cuando fue disparar contra él el arma se le encasquilló y no pudo hacerlo. La acusación sostiene que no lo hizo porque en su trayectoria se interpuso un tercero, como -asegura- se puede ver en el vídeo que grabaron las cámaras de seguridad de bar. Estas imágenes que, según Cumbres fueron entregadas a la policía por el primer abogado del acusado, son «la principal prueba» de este caso.  

Tras disparar J. M. M. C. arrojó el arma al suelo, que supuestamente recogió otra persona y sacó del local, pero el primero la recuperó, hasta entregársela a una mujer, que presuntamente la ocultó e un solar cercano, donde fue recuperada por la Policía Nacional después.

F. J. S. pudo arrastrar el cuerpo de Jonathan fuera del bar, donde ambos supuestamente fueron golpeados por el padre del principal inculpado. Tras los hechos, ayudados por un amigo, los acusados limpiaron con detergente y lejía el establecimiento.

El abogado de la familia lamentó que pese a haber pasado dos años, los acusados «no han dado ninguna muestra de arrepentimiento ni han procedido a reparar el daño». Cumbres confió en que el juicio por este crimen se pueda celebrar antes del próximo verano.