Joaquín Sabina, Pepe Viyuela, Luis Pastor, Inma Chacón, el Padre Ángel, Cristina Almeida, Amancio Prada, y así hasta completar una lista de más de 30 nombres entre los que se incluyen representantes de la directiva de diversas organizaciones solidarias (Amnistía Internacional, ACNUR, Unicef), varios premios nacionales de poesía (Luis Alberto de Cuenca y Ángel García López) e incluso un Princesa de Asturias y Nobel de la Paz (Sandra Myrna Díaz).

Todos ellos han colaborado en la exposición ‘Frágiles. El quebradizo equilibrio de quienes no cuentan’ que el guareñense Damián Retamar inauguró ayer en Espacio CB Arte junto con el presidente de Fundación CB, Emilio Vázquez, y el alcalde de Badajoz, Ignacio Gragera.

Sus cuadros son, por el poder de atracción que posee lo visual, los protagonistas de una muestra que trata de reflejar la fragilidad del ser humano, pero también de los animales y de la naturaleza. Con el fin de hacer mayor hincapié en esta idea, Retamar contactó con una serie de personalidades para que estas describiesen en un texto lo que para ellos es la fragilidad. El resultado es una obra pictórico-literaria que podrá verse hasta el próximo 3 de enero de 2022 y que, según el propio Retamar, hace falta visitar varias veces para poder interiorizarla por completo.

Pandemia

Aunque la empezó a elaborar en 2019, no ha podido evitar ir añadiendo nuevas piezas a la colección relacionadas con la pandemia, una situación que ha revelado que cualquiera de nosotros puede acabar viéndose en una situación de vulnerabilidad.

Sus pinturas están realizadas con óleo mezclado con paja de campos extremeños y una tierra muy especial, la del yacimiento del Turuñuelo, que, tal y como explicó el artista, fue enterrado por los tartesos para preservar su cultura de los pueblos invasores y que ahora él recupera para que sigan formando parte de la nuestra: «Tiene un carácter simbólico, casi mágico».

Estos materiales, además, no se extienden sobre un típico lienzo de tela, sino sobre cartones con la palabra ‘frágil’ impresa en ellos. Fueron recogidos por el propio Retamar del contenedor de reciclaje para «dar vida a un desecho de la sociedad convirtiéndolo en una obra de arte».