Un homenaje a los 40 años de los ayuntamientos democráticos, al espíritu de la transición y a la vocación por el mundo rural. Desde ayer, un mural del artista extremeño Damián Retamar recuerda en la Diputación de Badajoz la etapa política «más estable» de España a través de una obra cargada de símbolos, en la que el autor ha utilizado la técnica del óleo sobre lienzo, empastado con paja y tierra del yacimiento del Turuñuelo.

La obra, dividida en tres lienzos y con seis metros de largo, refleja aquellas primeras votaciones para constituir los ayuntamientos democráticos y con las que se logró «la reconciliación», que el autor escenifica en el abrazo entre dos hombres. El tiempo de esperanza que se abrió lo simboliza Retamar en una mujer embarazada a la que se agarra fuerte una niña y también con los grandes ventanales de fondo, a través de los que se puede ver un paisaje extremeño, con dehesa y cigüeñas.

«Quiero que sea una especie de catequesis de la democracia y que sirva para que los niños se acerquen al espíritu de la transición, ahora que a veces se pone en entredicho», dijo el artista, sabedor de que la institución provincial recibe numerosas visitas de escolares a lo largo del curso. El mural se ha colocado en un espacio muy visible, junto a las escaleras de accesos al salón de plenos.

En la inauguración del mural, Retamar estuvo acompañado por el presidente de la Diputación de Badajoz, Miguel Ángel Gallardo, además de por los diputados provinciales, entre otros invitados. «Era imprescindible que en el ayuntamiento de los ayuntamientos hubiera un homenaje a esos 40 años y que fuera de un artista extremeño», afirmó Gallardo, quien se congratuló del resultado del encargo. 

«Queda reflejado lo que representa para nosotros la vocación por el mundo rural y es un sencillo homenaje a todos los alcaldes y concejales que trabajaron por sus pueblos» y que, según destacó Gallardo, han formado parte «de la historia tremendamente transformadora de los ayuntamientos democráticos».

Gallardo apeló a los principios que guiaron la transición e hicieron posible el consenso, pese a las diferencias ideológicas, para afrontar también desde la «concordia, la renuncia y la exigencia» los retos actuales y «ofrecer esperanza para que la gente no se marche de los pueblos».