No nos han informado absolutamente de nada. Esto ha sido de un día para otro. Ha venido el contratista el jueves pasado y ha dicho: mañana comenzamos a desmontar la uralita». El inicio de los trabajos para derribar las construcciones anexas y el muro perimetral del Palacio de Godoy, sede de la Escuela Oficial de Idiomas (EOI), ha pillado «por sorpresa» a profesores y alumnos, que no ocultan su malestar por lo que consideran una falta de «información y planificación» por parte del ayuntamiento. «No nos han consultado ni siquiera para tratar de minimizar las molestias», se quejó ayer su directora, Maribel Alvarado, quien lamentó que no se haya aprovechado el verano para ejecutar esta actuación, que los obligará a convivir con ruido y polvo lo que queda de trimestre.

Ejemplo de esta «precipitación», según reprochó Alvarado, es que parte de los pupitres y sillas que estaban en un almacén que también se va a demoler han acabado junto a los escombros. «Era material nuevo que ahora ha quedado inutilizado», denunció.

Las actuaciones se han iniciado con la retirada de las uralitas de fibrocemento con amianto de las construcciones contiguas al Palacio de Godoy. Ya se ha quitado una parte y el viernes está previsto que se elimine el resto. Después se continuará con los derribos de estas edificaciones, así como del muro perimetral de la calle Joaquín Costa y la tala de árboles de la zona donde está previsto un aparcamiento en superficie.

Trabajadores retiran la uralita de las construcciones anexas al Palacio de Godoy. LA CRÓNICA

Ante estas quejas, el concejal de Gabinete de Proyectos, Jaime Mejías, explicó que la actuación, cuyo inicio estaba previsto el pasado mes de agosto, no ha podido comenzar antes porque estaba pendiente del permiso que se necesita para poder retirar el material con amianto. No obstante, aseguró que la notificación de la obra a la Escuela Oficial de Idiomas se cursó desde Patrimonio «hace mucho tiempo».

El concejal lamentó los perjuicios que pueda causar esta actuación por los ruidos, pero recordó que estas molestias son «inherentes» a cualquier obra que, en este caso, según destacó, tiene como objetivo poner en valor el patrimonio de la ciudad. Las demoliciones son el primer paso para mejorar el entorno de este edificio del siglo XVII, en lo que se invertirán en total 650.000 euros, para crear un aparcamiento en superficie, habilitar una plazoleta en uno de los laterales y comunicar las calles Joaquín Costa y Porrina de Badajoz a través de una escalinata.

La directora de la Escuela Oficial de Idiomas, por su parte, aseguró que comprende los inconvenientes de un obra de este tipo, pero consideró que «las cosas se podían haber hecho bien». Alvarado no cree que la comunicación que hizo el ayuntamiento en noviembre del 2020, cuando requirió el desalojo «urgente» del único aula accesible del centro ante el inminente inicio de los derribos, justifique que se hayan iniciado las obras un año después «sin previo aviso». 

En este sentido, criticó que hayan tenido un aula inutilizada durante prácticamente todo un curso, para la que el centro se vio obligado a buscar una alternativa --unas aulas del colegio Arias Montano-, ya que el consistorio no ofreció otra opción viable. La dirección de la EOI planteó que se les cediera una dependencia en el edificio de la Uned, en la plaza Alta, pero su propuesta no fue atendida, «pese a que era la mejor solución», subrayó Alvarado. También la dirección ha sido la que se ha encargado de acordar con el adjudicatario que el horario de trabajo de los operarios sea continuo, de ocho de la mañana a tres de la tarde, para, al menos, «salvar» las clases de por las tardes, cuando se concentra el mayor número de grupos.

La supresión del único aula accesible del centro impide que las personas con movilidad reducida puedan acudir en estos momentos a clase y agrava aún más la falta de espacio que desde hace años sufre este centro, cuyo traslado al antiguo Hospital Provincial San Sebastián ha comprometido la Junta de Extremadura, pero que por ahora sigue sin fecha.  

Alumnos y profesores llevan años reclamando el cambio de ubicación y lamentan que no se den pasos en firme para que la nueva sede sea una realidad. Al Palacio de Godoy acuden 1.200 personas y los espacios están aprovechados al máximo. No hay biblioteca, ni salón de actos ni sala de audiovisuales y los departamentos y despachos son compartidos, pues se necesitan aulas para dar cabida a todos los grupos. Debido a las restricciones de aforo por la covid-19, la media de alumnos es de 15 por clase (el grupo más numeroso es de 21, cuando antes de la pandemia eran de 30). En el edificio actual disponen de menos de 1.400 metros cuadrados, frente los más de 2.100 con los que cuenta la Escuela Oficial de Idiomas de Mérida, con la mitad de matriculados. La de Badajoz tiene 1.700 entre la capital pacense y las adscritas de Alburquerque, Olivenza y Valencia de Alcántara.