Divulgar sus valiosos fondos, llamar la atención sobre la necesidad de intervenir para conservarlos e impedir que, como ha ocurrido con algunos de ellos, acaben fuera de los muros del Real Monasterio de Santa Ana. Estos son los tres principales objetivos con los que se ha elaborado un inventario de los ‘tesoros’ que guarda, que se ha publicado en dos volúmenes: uno dedicado a los legajos y documentos y otro a los bienes muebles. Los libros, editados por Fundación CB, que ha patrocinado este proyecto a través de sus becas universitarias, se presentaron ayer en el monasterio pacense.

De la investigación y catalogación de los fondos, que se inició en a principios de 2018 y se ha prolongado durante dos años debido a su elevado volumen, se ha encargado la historiadora del arte Paola Cortés, para la que esta beca supuso su primera incursión en el mundo laboral, bajo la dirección de Miguel Ángel Vallecillo, doctor en Historia del Arte y director del Museo Etnográfico González Santana de Olivenza.

El monasterio atesora bienes y documentos de hasta ocho conventos que se cerraron (algunos de la ciudad y otros de diferentes poblaciones de la provincia). El traslado de sus religiosas a Santa Ana también conllevaba la llegada de nuevas piezas y legajos, enriqueciendo los fondos ya existentes. Se han documentado más de 40 pinturas, entre las que destacan dos cuadros de Palomino: una Soledad (de la que en el Museo del Prado está el boceto en grafito ) y otro de Santa Rosa de Lima, así como un ‘Cristo atado a la columna’, procedente del taller de Luis de Morales.

También hay más de 40 tallas y esculturas, varias firmadas por Ruiz Amador, como los de San Francisco y Santa Clara, que se encuentran el Retablo Mayor. En este último también está la pieza más antiguas de las inventariadas: una pequeña escultura de la Virgen de las Virtudes y el Buen Suceso, del siglo XIV, que fue patrona de la ciudad. Además, hay obras de orfebrería realizadas por Manuel García Crespo, considerado el mejor orfebre de la Escuela Salmantina, o unas campanillas de Jan Van Den Eyden.

Igual que se han podido inventariar estos valiosos fondos hay otros que, pese a tener testimonio escrito de su presencia en el convento en el pasado, ya no se custodian entre estas paredes. Es el caso dl cuadro ‘Santa Clara rechazando a los sarracenos’ o documentos que ahora se encuentran en el Archivo Provincial de la Diputación, el de Simancas en Salamanca o en el de Madrid. 

Paola Cortés reconoció que este inventario ha supuesto muchas horas de investigación y destacó el papel de Sor Celina en las labores de documentación. «Sin su memoria faltaría mucha información», aseguró. 

Riesgo de desaparecer

La historiadora del arte confió en que este inventario sea el primer paso para la digitalización de los fondos, para su puesta a disposición de los investigadores, así como para que se intervenga en la conservación de algunas de las obras, como los murales del claustro, «que corren el riesgo de desaparecer en 10 años si no se restauran», advirtió, o muchas de las pinturas, muchas oscurecidas y con el barniz amarilleado. «Las religiosas no pueden asumir esto por sí solas y no debemos olvidar que el monasterio está declarado Bien de Interés Cultural», recordó.

A la presentación de las publicaciones, además de los autores del inventario, asistieron, entre otros, el presidente y director general de Fundación CB, Emilio Vázquez y Emilio Jiménez, y el director territorial de Ibercaja, Fernando Planelles.

La entidad mantiene su disposición a apoyar que el museo de Santa Ana abra de manera permanente al público (ya ha financiado la instalación de 5 cámaras de videovigilancia), un proyecto que podría sustentarse con el cobro de una entrada simbólica, que revertiría en su mantenimiento y en la conservación de los fondos. La última palabra la tienen las religiosas.