El Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (Meiac) ampliará su red de proyectos transfronterizos con Portugal. La cooperación con el país vecino es, según Catalina Pulido, una de las patas donde se apoya la razón de ser de la institución que dirige. Por eso, después del éxito que ha tenido a todos los niveles ‘Campo Abierto/Campo Aberto’, el convenio de colaboración artística con la Fundación Eugénio de Almeida de Évora que termina en 2021, han decidido dar un paso más allá.

Este es, en realidad, el tercer proyecto de estas características que llevan a cabo. El primero fue con el Museo de Arte Contemporáneo de Elvas (Mace), allá por el 2008, y el segundo, con la Fundación Carmona y Costa de Lisboa. La intención es «ampliar la experiencia», ya que, hasta este momento, se planteaba un intercambio de exposiciones individuales o de artistas entre un lugar y otro. La aportación portuguesa ha incluido a ‘Do re metallica’, de Gonçalo Jardim, ‘Das sombras do verão do dia e da noite’, de Margarida Lagarto, y ‘Do Inesgotável’, de Pedro Calhau, que se puede ver todavía hasta el 14 de octubre.

La española, por su parte, se ha basado en ‘Fahrenheit’, de Luis Costillo y ‘Vextre’, de Maite Cajaraville, además de trasladar hasta allí la colección iberoamericana del propio Meiac. Para Francisco Cerezo, conservador del museo y coordinador de todas estas actividades, esto último supone un hito, puesto que «en Portugal hay un desconocimiento general hacia el arte contemporáneo de índole latinoamericana, exceptuando Brasil».

Texto que explica la colección iberoamericana del Meiac en la Fundación Eugénio de Almeida de Évora. L.S.G.

Ahora, desde el Meiac quieren incorporar a esta colaboración nuevos integrantes que vayan más allá del Alentejo como una forma de crear un diálogo entre territorios. «Queremos que ese campo abierto siga creciendo y estableciendo una red por donde poder dispersar la cultura audiovisual de un lado y otro de la Raya», explica Pulido.

Intercambio lingüístico

Una consecuencia inevitable a la par que deseable de todo esto es el intercambio lingüístico, sobre todo en lo que respecta a los españoles, y es que Pulido señala que, a raíz de las diferentes presentaciones y visitas guiadas de exposiciones que han organizado en Badajoz, han notado una carencia en ese aspecto: «Ellos sí asumen que nosotros vayamos allí y hablemos en castellano, pero nosotros no». Por eso, los catálogos de las distintas muestras suelen estar escritos en el idioma del lugar al que van a enviarse. «La intención es, sobre todo, estimular el interés y el conocimiento de una zona en la otra. Al final esa es la idea y de ahí viene el querer ampliar los términos de una propuesta que nació con unos límites expositivos y darle otro tipo de alcance, porque comprobamos que realmente es posible», añade Cerezo.

Esta forma de colaboración no surge de la nada o, al menos, no es motivada simplemente por el ánimo de crear un territorio común donde pueda darse un trasvase de cultura visual y plástica. La falta de financiación de los museos ha provocado que estos se lancen a buscar nuevas formas de seguir aportando valor, apunta Pulido: «En los años 80 y 90 hubo un ‘boom’ y se podían realizar proyectos mastodónticos de exposiciones temporales, pero ahora ha habido un retroceso en ese sentido y se busca coproducir exposiciones que luego puedan itinerar, lo cual abarata costes al tiempo que facilita esa interconexión».

Precisamente, Cerezo recalca el hecho de que ‘Campo Abierto/Campo Aberto’ se enmarque dentro de esas relaciones transfronterizas con Portugal que se incluyen dentro del proyecto museográfico del Meiac y que se lleve a cabo, además, «con medios propios». Reconoce que le encanta ver en otros edificios colecciones que siempre han estado en la capital pacense, por ejemplo, y opina que ese intercambio de obras y artistas enriquece tanto sus lecturas como las maneras de verlas: «Ha sido un trabajo totalmente satisfactorio».